Vestida de alabanza

Entrad por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con alabanza; alabadle, bendecid su nombre. Porque Jehová es bueno; para siempre es su misericordia, y su verdad por todas las generaciones. 
SALMO 100:4-5 (RV60) 

¿Alguna vez has visto el ceño fruncido de un niño pequeño y le has sacado la lengua para que sonría? Incluso el pequeño más tozudo a menudo acaba cediendo y riendo ante unas cosquillas o muecas graciosas. Por desgracia, no podemos hacer lo mismo con los adultos. Imagínate intentar cambiar la actitud de una malhumorada anciana con el mismo método. La idea es algo ridícula.

Cuando las situaciones de la vida nos entristecen y todo lo que nos rodea es oscuridad y depresión, a veces hace falta muchísima fe para elegir la alabanza. Pero a menudo es la única cosa que realmente nos puede sacar de estos malos momentos. Cuando elegimos agradecerle a Dios su bondad y gracia, no podemos evitar empezar a ver la vida de una forma más positiva. Cuando alabamos a Dios, dejamos de centrarnos en nosotros para pasar a fijarnos en él.


Oración:
Dios, tú no mereces mi alabanza solo cuando la vida va bien. Eres digno de mi adoración cada segundo de cada día, sea cual sea la situación. Hoy elijo vestirme de alabanza.


Garment of Praise

Enter his gates with thanksgiving, and his courts with praise. Give thanks to him, bless his name. For the LORD is good; his steadfast love endures forever, and his faithfulness to all generations. 
PSALM 100:4-5 NRSV 

Have you ever looked into a child’s grumpy face and demanded that they don’t smile? Even the most stubborn child can often be coaxed out of their funk by a few tickles or funny faces. Unfortunately, the same can’t be said for adults. Imagine trying to change the attitude of a crotchety older woman with the same method. The picture is somewhat ridiculous.

When life’s situations get us down, and all around us is darkness and depression, it takes a great deal of faith to choose praise. But often that’s the only thing that can really pull us out of those dark moments. When we choose to thank God for his goodness and grace, we can’t help but see life in a more positive light. As we praise God, our focus shifts from ourselves to him.


Prayer:
God, you don’t only deserve my praise when life is going well. You are worthy of my adoration every second of every day—no matter what the situation. Today I choose to put on a garment of praise.