VERDADERA SANIDAD

Jehová, ten misericordia de mí; sana mi alma.
SALMOS 41:4

Cuando Jesús sanó a un paralítico a quien sus amigos bajaron a través del techo, lo primero que le dijo fue: «Hijo, tus pecados te son perdonados» (Marcos 2:5). Jesús, el Señor Dios que conocía mejor al hombre de lo que este mismo se conocía, identificó que el problema principal del paralítico era espiritual. Desde luego, tal declaración sorprendió a todos los que se hallaban alrededor de Cristo. Ante los ojos de estas personas, el problema principal del paralítico era físico.

Esto demuestra que a veces buscamos a Cristo debido a problemas externos: nuestra salud, nuestra economía, las relaciones que tenemos o cualquier otra cosa. No obstante, cuando pasamos tiempo con Jesús en oración, Él corrige lo que hay en lo profundo de nuestras almas. Esto puede sorprendernos porque creemos saber lo que nos causa dolor. Pero Jesús ve el verdadero origen de nuestras heridas.

Por supuesto, el Señor también responde a los problemas externos que le presentamos. Fortaleció al paralítico para que levantara su camilla y se fuera caminando, y puede hacer lo mismo por nosotros. Sin embargo, lo que debe entender es que su Salvador quiere que usted sea sano por completo, no solo por fuera, sino de adentro hacia afuera. Así que nunca pase por alto lo que Jesús le dice o lo que señala como el verdadero problema. Confíe en Él como su Gran Médico y acepte su orden de atender las necesidades que tiene.

Oración:
Jesús, confío en que tú abordas el verdadero origen de mi dolor y me sanas. Amén.


TRUE HEALING

Oh Lord, be gracious to me; heal my soul. PSALM 41:4


When Jesus healed a paralyzed man who had been lowered through a roof by his friends, the first thing He said to him was, “Son, your sins are forgiven” (Mark 2:5). Jesus—the Lord God, who knew the man better than he knew himself—identified his main issue to be spiritual. Of course, this left everyone around Christ surprised. In their eyes, the paralytic’s primary problem was physical.

This goes to show that sometimes we’ll seek out Christ for external issues—our health, finances, relationships, or what have you. However, what He addresses as we spend time with Him in prayer is something deep within our souls. This may be astounding to us because we think we know what’s causing us pain. But Jesus sees the true root of our woundedness.

Of course, Jesus answers the exterior troubles we bring to Him as well. He empowered the paralytic to pick up his pallet and walk. He does the same for you. However, what’s important to understand is your Savior wants you to be healed fully—not just on the surface, but inside out. So never ignore what Jesus tells you or pinpoints as the true issue. Trust Him as your Great Physician, and accept His order of addressing your needs.

Prayer:
Jesus, I trust You to address the true root of my pain and heal me. Amen.