Ve al Monte Moria

No tengas otros dioses además de mí. —Éxodo 20:3

Estoy siendo perseguida por un hombre llamado Abraham. Me lo encuentro en todas partes: en mi lección de estudio bíblico, el servicio de oración del miércoles por la noche, el libro que estoy leyendo. ¿Quién es este hombre y qué quiere conmigo? De acuerdo, tal vez sea un poco lenta para entender, pero estoy empezando a pensar que Dios está tratando de llamar mi atención y utiliza la historia de Abraham a fin de lograrlo.


Versículos para el estudio adicional:
Génesis 22:1-18
Éxodo 20:4
Salmo 24:23-5
Isaías 42:8

Tal vez ya conozcas el relato. Dios le prometió a Abraham que sería el padre de muchas naciones. Sin embargo, a la edad de noventa y nueve años, Abraham y su esposa Sara todavía estaban esperando tener un bebé. Cuando cumplió los cien años, sucedió algo increíble. ¡Ellos tuvieron un hijo! El mayor deseo de Abraham se hizo realidad e Isaac fue su mayor alegría.

Años más tarde, Dios le dijo a Abraham que llevara a su amado Isaac a un monte para sacrificarlo como un holocausto. ¿Por qué Dios le pediría a Abraham que hiciera una cosa tan horrorosa? Estaba probándolo para ver si el amor que sentía por su propio hijo superaba al amor que sentía por su Señor. Aunque a Abraham se le partía el corazón ante el pensamiento de lastimar a Isaac, se levantó temprano en la mañana y partió rumbo al Monte Moria. Él sabía que para obedecer a Dios debía poner a Isaac sobre el altar.

Justo cuando Abraham levantó el cuchillo para sacrificar a su hijo, un ángel del Señor le habló y le dijo que no le hiciera daño al muchacho. Dios proveyó un cordero que estaba atrapado en un matorral cercano para que ocupara el lugar de su hijo.

No estaba mal que Abraham amara a Isaac. El problema era que su padre lo amaba demasiado. En el libro Counterfeit Gods [Dioses falsos], el autor Timothy Keller hace esta observación: «Si Dios no hubiera intervenido, Abraham ciertamente habría llegado a amar a su hijo más que a nada en el mundo, si es que ya no lo hacía. Eso hubiera sido idolatría, y toda idolatría es destructiva»3.

¿Existe algún ídolo en tu vida? Dios nos llama a entregarles todos nuestros «Isaacs». No tengas miedo de subir al Monte Moria. Ve ahora mismo y no lo dudes. Entrega todo en el altar. Tu Proveedor te encontrará allí y te librará, así como libró a Abraham.

Oración:
Querido Dios, muéstrame si hay algún «Isaac» en mi vida. Dame la fuerza y el valor para destronar las cosas que he puesto en tu lugar. Tú eres mi Señor. Te sirvo solo a ti.


Go to Mount Moriah

You shall have no other gods before me. — Exodus 20:3

Verses for additional study: Genesis 22:1–18 18
Exodus 20:4
Psalm 24:3–5 5
Isaiah 42:8

I’m being stalked by a guy named Abraham. He follows me everywhere—my Bible study lesson, the Wednesday-night prayer service, the book I’m reading. What is it with this guy, and what does he want with me? Okay, maybe I’m a little slow, but I’m starting to think God is trying to get my attention, and he is using the story of Abraham to do it.

Perhaps you’re familiar with the account. God promised Abraham that he would be the father of many nations. However, at age ninety-nine, Abraham and his wife, Sarah, were still waiting for a baby. When he turned one hundred, though, the most incredible thing happened. They had a son! Abraham’s greatest longing was fulfilled, and Isaac was his joy.

Years later, God told Abraham to take his beloved Isaac to a mountain to sacrifice him as a burnt offering. Why would God ask Abraham to do such a horrific thing? The Lord was testing Abraham to see whether the love he had for his son was greater than the love he had for his Lord. Although Abraham’s heart was broken at the thought of harming Isaac, he got up early the next morning to set out for Mount Moriah. Abraham knew that to obey God, he had to place Isaac on the altar.

Just as Abraham raised the knife to take his son’s life, an angel of the Lord spoke to him and told him not to lay a hand on the boy. God provided a ram caught in a nearby thicket to be the burnt offering instead.

It wasn’t wrong for Abraham to love Isaac. The problem was that Abraham loved him a little too much. In the book Counterfeit Gods, author Timothy Keller makes this observation: “If God had not intervened, Abraham would have certainly come to love his son more than anything in the world, if he did not already do so. That would have been idolatry, and all idolatry is destructive.”

Are there any idols in your life? God calls us all to surrender our “Isaacs” to him. Don’t be afraid to climb Mount Moriah. Go now, and don’t hesitate. Lay it all on the altar. Your Provider will meet you there and deliver you, just as he delivered Abraham.

Prayer:
Dear God, show me if there is any “Isaac” in my life. Give me the strength and courage to destroy the things I have put in your place. You are my Lord. I serve only you.