Transformación total

¿Qué tiene que ver el ayuno con una transformación? Todo. Dios le dijo a Samuel:
“el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón” (1 Samuel 16:7).
A Dios no le interesa cómo parezcan estar las cosas en el exterior si seguimos estando vacíos de su presencia en el interior. El ayuno elimina toda la basura. El ayuno abre la puerta para que el Espíritu Santo entre y opere esas áreas débiles y secas de su vida espiritual, sustituyéndolas por vida y poder. La sociedad nos presiona para que logremos su imagen “ideal” de belleza, la cual ha dado lugar a lo largo de los años a diferentes programas de televisión de «reality» pensados para cambiar a los denominados patitos feos del mundo en “cisnes”.

Lo cierto es que todos nosotros nos hemos mirado en el espejo en alguna ocasión y hemos pensado en silencio en algo que nos gustaría cambiar de nuestro aspecto exterior. Suena parecido a: “Me gustaría poder hacer algo con mi nariz…mis ojos tienen bolsas… mis arrugas están aumentando…me gustaría poder quitar parte de aquí y ponerlo allá… o mover parte de esto más abajo… si solo pudiera levantar esto… me sentiría mucho mejor”. Con todo el enfoque en mejorar el aspecto exterior para cumplir con el estándar siempre cambiante del mundo, creo que estamos pasando por alto algo.
Estamos pasando por alto los sencillos objetivos del corazón de Dios. Como escribió David en el Salmo 149: “Porque Jehová tiene contentamiento en su pueblo; hermoseará a los humildes con la salvación” (v. 4). Eso es lo que el ayuno tiene que ver con las transformaciones. Lo que deseamos hacer en el exterior refleja lo que sucede en el corazón.

Cuando no sentimos que estamos a la altura en nuestro aspecto, eso mina nuestra confianza. Uno de los temas intercalados en estas páginas se encuentra en el libro de Hebreos: “No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón; porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa” (Hebreos 10:35–36). No hay nada que le gustaría más a Satanás que hacernos abandonar la carrera robando nuestra confianza. Desde la caída del hombre en el huerto de Edén, la humanidad ha tenido necesidad de una transformación. No había preocupaciones antes de que el pecado entrase en el corazón del hombre. Adán y Eva estaban desnudos el uno delante del otro y delante de Dios, sin ninguna preocupación con respecto a su aspecto. Lo primero que hicieron después de que el pecado entrase en escena fue intentar cubrir su desnudez con hojas. El pecado tiene su manera de hacer que nos sintamos feos. El pecado nos roba nuestra confianza y destruye nuesnuestra autoestima. El pecado, sin importar lo pequeño que parezca, encontrará una manera de hacer que se aborrezca a usted mismo finalmente. Cuando está usted atado, es adicto y vive en pecado, añade el peso de la culpabilidad a su aspecto. Cuando no le gusta quién es usted, solo ve las partes negativas de su vida. Dios ve quién es usted y quién ha planeado Él que llegue a ser.

El cirujano jefe

¿Cómo es que corremos a un médico y le mostramos todas nuestras partes “indecorosas”, esperando un milagro, pero dudamos en acudir a Dios el Creador, el cirujano jefe, para mostrarle las partes débiles y resecas de nuestro espíritu? Un típico cirujano plástico tiene un álbum de sus historias de éxito, normalmente incluyendo fotografías del “antes y el después”. Puede usted ver un libro o una pantalla de computadora y pedir la nariz de esa “persona famosa”, las mejillas de otro, la barbilla de otra persona, ¡sus orejas, su delantera o su espalda! Bien, Dios también tiene un libro. Él puede capacitarle para vencer cualquier adicción, sea drogas, alcohol, homosexualidad, adicciones sexuales, pornografía, comer en exceso, etc. Él puede librarle de las ataduras del pecado y de la muerte y darle vida eterna. Él puede tomar su frío corazón de piedra y darle un corazón de carne. Él puede poner su Palabra y sus caminos en su corazón de modo que usted camine según el Espíritu y no satisfaga los deseos de la carne. ¿Quiénes son algunos de sus clientes? El pecado tiene su manera de hacer que nos sintamos feos. El pecado nos roba nuestra confianza y destruye nuestra autoestima. ¿Qué le parece Jacob, que era conocido como un engañador? Él era un estafador; su nombre significa “gusano”. Cuando Dios terminó con él, Jacob pasó de ser un gusano a ser un príncipe. Dios le transformó de tal manera que llegó a ser un patriarca de los santos. ¿Recuerda a la mujer samaritana en el pozo de la que hablamos anteriormente? Jesús ayudó a que se quitase la máscara tras la que había vivido, fingiendo ser algo que ella no era. Jesús le hizo “un estiramiento facial” y llegó hasta el núcleo de quien ella había sido creada: una mujer que adorase a Dios libremente en espíritu y en verdad. Servimos a un Dios que puede hacer cirugía reconstructiva en toda su vida: ¡pasado, presente y futuro! Un día de reposo, Jesús encontró a un hombre que tenía necesidad de una transformación extrema en la sinagoga. Los fariseos preguntaron a Jesús si era legítimo sanar el día de reposo, intentando atraparle. Jesús respondió su pregunta con otra pregunta

¿Qué hombre habrá de vosotros, que tenga una oveja, y si ésta cayere en un hoyo en día de reposo, no le eche mano, y la levante? Pues ¿cuánto más vale un hombre que una oveja? Por consiguiente, es lícito hacer el bien en los días de reposo. Entonces dijo a aquel hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y le fue restaurada sana como la otra. —MATEO 12:11–13

Él tenía una mano seca, pero eso afectaba toda su perspectiva de la vida. Aquella mano probablemente limitaba su trabajo y, por tanto, su lugar en la sociedad. Es razonable suponer que la confianza de aquel hombre había desaparecido y su autoimagen era muy baja debido a su limitación física. Los fariseos estaban contentos con dejarle en ese estado a fin de establecer su punto. Ellos estaban más interesados en tener razón de lo que estaban en hacer lo correcto.

Cuando Jesús habló al hombre, notemos que no le dijo: “Extiende tu mano seca”. Él no se enfocó en las limitaciones del hombre sino en sus posibilidades. Jesús dijo: “Extiende tu mano”. ¡La mayoría de nosotros hubiéramos extendido nuestra mano buena! No queremos presentar las partes secas de nuestra vida. Queremos ocultar nuestras debilidades, precisamente las cosas que Dios quiere tocar. No es así como Jesús se acerca a nosotros. Él ve; Él conoce; Él ofrece una “transformación extrema” cuando estamos dispuestos a mostrarle nuestras debilidades, las partes secas de nuestra vida que no queremos que nadie más vea.

Oración:
Señor, anhelo que profundices más en mi y reveles todo lo que esta roto, dañado o seco y que necesita esa transformación que solo tú me puedes dar, sácalo a relucir y pueda ser sensible a tu voz en todo lo que debo cambiar.  En el nombre de Jesús. Amén!


Total transformation

What does fasting have to do with transformation? Everything. God said to Samuel:

“A man looks at what is before his eyes, but the Lord looks at the heart” (1 Samuel 16: 7).

God is not interested in how things appear to be on the outside if we continue to be empty of his presence on the inside. Fasting removes all junk. Fasting opens the door for the Holy Spirit to enter and operate those weak and dry areas of his spiritual life, replacing them with life and power. Society pressures us to achieve its “ideal” image of beauty, which has given rise over the years to different “reality” television programs designed to change the world’s so-called ugly ducklings into “swans.”

The truth is that all of us have looked at ourselves in the mirror on occasion and have silently thought about something that we would like to change about our external appearance. It sounds like: “I wish I could do something with my nose… my eyes have bags… my wrinkles are increasing… I wish I could remove part of here and put it there… or move part of this lower… if only I could lift this… I would feel much better ”. With all the focus on improving the exterior appearance to meet the world’s ever-changing standard, I think we are missing something.

We are overlooking the simple goals of God’s heart. As David wrote in Psalm 149: “For Jehovah is well pleased with his people; He will beautify the humble with salvation ”(v. 4). That is what fasting has to do with transformations. What we want to do on the outside reflects what happens in the heart.

When we don’t feel like we’re up to par, it undermines our confidence. One of the themes embedded in these pages is found in the book of Hebrews: “Do not lose, then, your confidence, which has a great reward; for you need patience, so that having done the will of God, you may obtain the promise ”(Hebrews 10: 35–36). There is nothing Satan would like more than to make us abandon the race by stealing our confidence. Since the fall of man in the Garden of Eden, humanity has been in need of a transformation. There were no worries before sin entered the heart of man. Adam and Eve were naked in front of each other and before God, without any concern regarding their appearance. The first thing they did after sin entered the scene was to try to cover their nakedness with leaves. Sin has its way of making us feel ugly. Sin robs us of our confidence and destroys our self-esteem. Sin, no matter how small it may seem, will find a way to make you finally hate yourself. When you are bound, addicted and living in sin, it adds the weight of guilt to your appearance. When you don’t like who you are, you only see the negative parts of your life. God sees who you are and who He has planned you to become.

The chief surgeon

How is it that we run to a doctor and show him all our “unseemly” parts, hoping for a miracle, but hesitate to go to God the Creator, the chief surgeon, to show him the weak and dry parts of our spirit? A typical plastic surgeon has an album of his success stories, usually including “before and after” photos. You can look at a book or a computer screen and ask for that “famous person’s” nose, someone else’s cheeks, someone else’s chin, their ears, front, or back! Well, God also has a book. He can empower you to overcome any addiction, be it drugs, alcohol, homosexuality, sexual addictions, pornography, overeating, etc. He can free you from the bondage of sin and death and give you eternal life. He can take her cold heart of stone and give her a heart of flesh. He can put his Word and his ways in his heart so that you walk according to the Spirit and do not fulfill the desires of the flesh. Who are some of your clients? Sin has its way of making us feel ugly. Sin robs us of our confidence and destroys our self-esteem. How about Jacob, who was known as a deceiver? He was a con man; his name means “worm.” When God was done with him, Jacob went from being a worm to being a prince. God transformed him in such a way that he became a patriarch of the saints. Remember the Samaritan woman at the well we talked about earlier? Jesus helped her remove the mask she had lived behind, pretending to be something she was not. Jesus gave her a “face lift” and got to the core of who she had been created to be: a woman who worshiped God freely in spirit and in truth. We serve a God who can do reconstructive surgery in our entire lives – past, present, and future! On the day of rest, Jesus found a man in dire need of transformation in the synagogue. The Pharisees asked Jesus if it was legitimate to heal on the Sabbath, trying to trap him. Jesus answered his question with another question.

What man is there of you that has a sheep, and if it falls into a pit on the Sabbath, he will not lay hold of it and lift it up? For how much more is a man worth than a sheep? Therefore, it is lawful to do good on the Sabbath. Then he said to the man: Stretch out your hand. And he spread it out, and it was restored to him healthy like the other one. – MATTHEW 12: 11-13

He had a withered hand, but it affected his entire perspective of life. That hand probably limited his work and therefore his place in society. It is reasonable to assume that the man’s confidence was gone and his self-image was very low due to his physical limitation. The Pharisees were content to leave him in that state in order to establish his point. They were more interested in being right than they were in doing the right thing.

When Jesus spoke to the man, notice that he did not say to him: “Stretch out your withered hand.” He did not focus on man’s limitations but on his possibilities. Jesus said, “Stretch out your hand.” Most of us would have extended our good hand! We don’t want to present the dry parts of our life. We want to hide our weaknesses, the very things that God wants to touch. This is not how Jesus approaches us. He sees; He knows; He offers an “extreme transformation” when we are willing to show him our weaknesses, the dry parts of our life that we don’t want anyone else to see.

Prayer:
Lord, I long for you to go deeper in me and reveal everything that is broken, damaged or dry and needs that transformation that only you can give me, bring it out and allow me to be sensitive to your voice in everything that I must change. In the name of Jesus. Amen!