Tierra de Gigantes

2 Corintios 10:4

Usamos las armas poderosas de Dios, no las del mundo, para derribar las fortalezas del razonamiento humano y para destruir argumentos falsos.

Hay una batalla espiritual a nuestro alrededor todos los días de nuestras vidas. El enemigo nos está atacando constantemente, diciéndonos mentiras e intentado alejarnos de los planes que Dios tiene para nosotros. Él quiere que no seamos lo que Dios quiere que verdaderamente seamos, contestar su llamado o defender lo que está bien. Él sabe que manteniéndonos por debajo del piso, haciéndonos creer que somos incapaces, inadecuados, poco atractivos, indignos y no deseados, él gana. 

Pero no estamos indefensos o desesperanzados. Dios nos ha dado la autoridad para decir que no lo aceptamos. No para nosotros, ni para nuestros cónyuges o nuestros hijos, familias o amigos. En el libro de Santiago, Dios nos promete que cuando resistimos a satanás, él debe huir. Pero con demasiada frecuencia, podríamos pensar en resistir mientras que nos mantenemos pasivos. En este pasaje, Dios nos está diciendo que actuemos. Llamándonos a luchar.

Pero pensémoslo de esta manera: Si alguien nos asedia por detrás de nosotros y nos atacara, no nos quedamos tranquilos y dejaríamos que nos lastimaran. Peleamos gritando, pateando, golpeando, haciendo ruido, haciendo todo lo que sea posible para escapar con seguridad. Luchar en una batalla espiritual no es diferente. Debemos hacer todo lo que se puede para resistir el ataque.

Dios nos ha dado múltiples armas para luchar contra el enemigo. Tomando nuestros pensamientos cautivos, alabando, orando y manteniéndonos envueltos en la comunidad cristiana son todas las armas en nuestro arsenal, y la mejor arma que Dios nos ha dado es la Biblia. La Biblia es la Palabra de Dios, y se describe en Efesios como nuestra espada del Espíritu. A medida que nos familiarizamos más con las Escrituras, estamos afilando nuestra espada para la batalla. Podemos desviar las mentiras del enemigo al hablar la verdad y las promesas de Dios sobre nosotros mismos, nuestra situación y nuestras familias.

El enemigo sabe que si él nos puede mantener temerosos, sin esperanza y aislados, entonces él puede robarnos la oportunidad de ganar más gente a Cristo. Satanás está desesperado por convencernos de que no somos suficientes y no podemos hacer una diferencia porque su futuro ya está escrito, y él pierde.

Tómese un momento para reconocer que está en una batalla espiritual y el enemigo no quiere que ninguno de sus familiares entreguen su corazón al Señor. Permítele a que fortalezca su determinación y le dé algo porque luchar. Confíe en la promesa de Dios de que ya ha ganado la guerra y pídale que le muestre cómo luchar.

Oración:
Dios todopoderoso, yo soy tu hijo. Y Declaró hoy que tu eres más grande y poderoso, el que tiene todo el poder, el que venció al enemigo en la cruz del Calvario; por eso hemos decidido buscar tu presencia y nos sometemos a ti, recibiendo autoridad y poder para destruir toda fortaleza de mal, y todo ataque del diablo, tendrá que huir de todo nuestro entorno y familia, tú eres nuestro escudo, el que nos defiende y pelea por nosotros, gracias Señor, en el nombre de Jesús. ¡Amén!


Land of Giants

2 Corinthians 10:4

‘We use God’s powerful weapons, not the world’s, to tear down the strongholds of human reasoning and to destroy false arguments.’

There is a spiritual battle around us every day of our lives. The enemy is constantly attacking us, telling us lies and trying to turn us away from God’s plans for us. He wants us not to be what God wants us to truly be, to answer His call, or to stand up for what is right. He knows that by staying under the floor, making us believe that we are incapable, inadequate, unattractive, unworthy and unwanted, he wins. 

But we are not helpless or hopeless. God has given us the authority to say that we do not accept Him. Not for us, not for our spouses or our children, families or friends. In the book of James, God promises us that when we resist Satan, he must flee. But too often, we might think of resisting while remaining passive. In this passage, God is telling us to act. Calling us to fight.

But let’s think of it this way: If someone besieges us from behind us and attacks us, we don’t sit back and let them hurt us. We fight screaming, kicking, punching, making noise, doing everything we can to escape safely. Fighting a spiritual battle is no different. We must do everything we can to resist the attack.

God has given us multiple weapons to fight the enemy. Taking our thoughts captive, praising, praying, and keeping us involved in the Christian community are all weapons in our arsenal, and the best weapon God has given us is the Bible. The Bible is the Word of God, and is described in Ephesians as our sword of the Spirit. As we become more familiar with the Scriptures, we are sharpening our sword for battle. We can deflect the lies of the enemy by speaking God’s truth and promises about ourselves, our situation, and our families.

The enemy knows that if he can keep us fearful, hopeless, and isolated, then he can rob us of the opportunity to win more people to Christ. Satan is desperate to convince us that we are not enough and we cannot make a difference because his future is already written, and he loses.

Take a moment to acknowledge that you are in a spiritual battle and the enemy does not want any of your family members to surrender their hearts to the Lord. Allow him to strengthen his resolve and give him something to fight for. Trust God’s promise that you have already won the war and ask Him to show you how to fight.

Prayer:
Almighty God, I am your son. And He declared today that you are greater and more powerful, the one who has all the power, the one who overcame the enemy on the cross of Calvary; that is why we have decided to seek your presence and submit to you, receiving authority and power to destroy every fortress of evil, and every attack of the devil, will have to flee from all our environment and family, you are our shield, the one who defends us and fights for us, thank you Lord, in the name of Jesus. Amen