Siempre bajo control

No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.
FILIPENSES 4:6-7 (NVI) 

El buzón de sugerencias del consejero escolar estaba repleto de las ideas de sus jóvenes estudiantes, desde algunas ingeniosas y razonables (como sustituir las luces fluorescentes con miles de lucecitas de Navidad) hasta otras más imaginativas pero poco prácticas (como poner toboganes gigantes en todos los pasillos). Pero todas y cada una de ellas se leyeron en voz alta durante las reuniones semanales de personal. Las ideas de los niños nunca disminuyeron en cantidad ni en intensidad; ellos creían que su escuela podía ser mejor que ninguna otra y que su consejero escolar no solo respetaba sino que valoraba sus opiniones.

A consecuencia de esto, los estudiantes también se acercaban al consejero con sus problemas personales y le explicaban sus fallos en el campo de fútbol, sus peleas con sus mejores amigos, sus exámenes suspendidos de geometría y sus rivalidades entre hermanos. La puerta de su oficina estaba siempre abierta y los asientos no pasaban demasiado rato vacíos. ¿Qué era lo que les ofrecía a estos jóvenes corazones y mentes? ¿Cuál era el secreto para poder darles serenidad en medio de estos años tan agitados? Él imitaba el ejemplo marcado por Dios, nuestro gran consejero, quien escucha nuestras preocupaciones y nos protégé con su paz.

Oración:

Padre, tú eres el método que siempre me da resultados: tú inclinas tu oído a mis ansiedades, mis deseos, mis frustraciones y mi alabanza. Gracias por valorar mis peticiones. Quiero ser más como tú.


Always In Control

Do not be anxious about anything, but in every situation, by prayer and petition, with thanksgiving, present your requests to God. And the peace of God, which transcends all understanding, will guard your hearts and your minds in Christ Jesus. 
PHILIPPIANS 4:6-7 NIV 

The counselor’s suggestion box overflowed with ideas from the school’s young students, varying from inventive and reasonable (replacing fluorescent lights with tons of twinkling Christmas lights) to imaginative but impractical (covering the hallways with giant slip n’ slides). But each one was read aloud during weekly staff meetings. The children’s ideas never decreased in volume or zeal; they believed that their school could be greater than any other, and that their school counselor not only respected but valued their input.


As a result, students also approached the counselor with their personal troubles; he heard about failures on the soccer field, fights with best friends, botched geometry quizzes, and sibling rivalries. His door was always open, and the seats weren’t empty for long. What did he offer these young hearts and minds? What was the secret to giving them serenity in the midst of those tumultuous years? He mimicked the example set by God, our great Counselor, who hears our worries and protects us with his peace.


Prayer:
Father, you are my tried-and-true method: you bend your ear to my anxieties, my longings, my frustrations, and my worship. Thank you for valuing my petitions. I want to be more like you.