Un hombre o una mujer de Dios, un adolescente de Dios, un veterano guerrero de Dios, el Jabes de Dios que causó dolor a su mamá al nacer, o Caleb que dirá con un corazón humilde y apasionado: “Dios, quiero más, quiero más de ti, y quiero hacer más para ti”. Para ese tipo de persona hay grandes recompensas y promesas a ser descubiertas en los “si… entonces” de la Palabra de Dios.
El versículo completo dice:
2 Crónicas 7:14
pero si mi pueblo, que lleva mi nombre, se humilla y ora, busca mi rostro y se aparta de su conducta perversa, yo oiré desde el cielo, perdonaré sus pecados y restauraré su tierra.
En primer lugar, a fin de ser el pueblo de Dios, debe usted ser una persona de Dios. Lo siguiente que Dios requiere en esta promesa es humildad.
El ayuno es humillante. David oró:
“Pero yo, cuando ellos enfermaron, me vestí de cilicio; afligí con ayuno mi alma” (Salmos 35:13, énfasis añadido).
Esdras necesitaba cruzar un peligroso territorio con un grupo grande de adultos y niños. Por tanto, dijo: “Y publiqué ayuno allí junto al río Ahava, para afligirnos delante de nuestro Dios, para solicitar de él camino derecho para nosotros, y para nuestros niños, y para todos nuestros bienes” (Esdras 8:21, énfasis añadido). Esdras no se apoyó en su propio entendimiento, sino que se humilló y pidió a Dios que le mostrase el mejor camino para viajar. Los discípulos se peleaban por el rango y la superioridad cuando Jesús les dijo: “De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos.
Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos” (Mateo 18:3–4).
Más adelante, vemos en Mateo 23, Jesús les dijo a sus discípulos y a las multitudes que se habían reunido: “Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido” (v. 12).
El ayuno es humillarse a uno mismo, un mandamiento repetido una y otra vez en la Escritura. Yo creo en esta poderosa promesa de Dios.
El ayuno como un medio de humillarnos es claramente un requisito previo para el resto. Cuando nosotros, como pueblo de Dios, comencemos a humillarnos mediante el ayuno, Él nos invita a orar y buscar su rostro.
El ayuno, es nuestra manera de llegar al corazón de Dios que se duele por la humanidad sufriente y quebrantada que Él creó y ama… El ayuno abraza el vacío y mata de hambre la altivez. Es una forma de apartarse de la vida normal en el mundo normal y corriente en el que vivimos, vaciándonos no solo de comida sino también de todo aquello que buscamos, anhelamos y requerimos por necesidad y que no es el rostro de Él. Deberíamos ayunar no solo de comida sino también de entretenimientos, de medios de comunicación y de basura mundana, manjares de la mesa del mundo, cosas que contaminan y limitan el poder de un ayuno. El ayuno es nuestro “lenguaje corporal” a Dios.
Cuando ayunamos, estamos expresando el hambre de nuestro corazón por Jesús y lo serios que somos en cuanto a oír su voz y seguir sus caminos. Desde un lugar de humildad cuando oramos y buscamos el rostro de Él, obtenemos sus ojos, sus oídos y su voz. Nos posicionamos para ser “elevados” y ver como Él ve, oír lo que Él quiere que oigamos y aprender el sonido de su susurro guiando nuestros pasos.
Oración:
Amado Dios, humillamos nuestro corazón delante de ti, porque queremos estar cada vez más cerca de ti, queremos aprender de ti, hasta llegar a ser como tú, recibir a través de tu Santo Espíritu todo lo que tú tienes preparado para nosotros, en el nombre de Jesús, amén
If you humble yourself!
A man or a woman of God, an adolescent of God, a veteran warrior of God, the Jabes of God who caused pain to his mother at birth, or Caleb who will say with a humble and passionate heart: “God, I want more, I want more of you, and I want to do more for you ”. For that type of person there are great rewards and promises to be discovered in the “if … then” of God’s Word.
The entire verse says:
2 Chronicles 7:14
but if my people, who bear my name, humble themselves and pray, seek my face and turn away from their wicked conduct, I will hear from heaven, forgive their sins and restore their land.
First of all, in order to be God’s people, you must be God’s person. The next thing God requires in this promise is humility.
Fasting is humbling. David prayed:
“But I, when they got sick, I dressed in sackcloth; I afflicted my soul with fasting ”(Psalm 35:13, emphasis added).
Ezra needed to cross dangerous territory with a large group of adults and children. Therefore, he said: “And I fasted there by the river Ahava, to afflict us before our God, to request from him the right way for us, and for our children, and for all our goods” (Ezra 8:21, emphasis added ). Ezra did not lean on his own understanding, but he humbled himself and asked God to show him the best way to travel. The disciples were fighting over rank and superiority when Jesus told them: “Truly I tell you, if you do not turn around and become like children, you will not enter the kingdom of heaven.
So whoever humbles himself like this child is the greatest in the kingdom of heaven ”(Matthew 18: 3–4).
Later, we see in Matthew 23, Jesus told his disciples and the crowds that had gathered: “For whoever exalts himself will be humbled, and whoever humbles himself will be exalted” (v. 12).
Fasting is humbling oneself, a command repeated over and over again in Scripture. I believe in this powerful promise of God.
Fasting as a means of humbling ourselves is clearly a prerequisite for the rest. When we, as God’s people, begin to humble ourselves through fasting, He invites us to pray and seek His face.
Fasting is our way of reaching the heart of God that hurts for the suffering and broken humanity that He created and loves … Fasting embraces emptiness and starves haughtiness. It is a way of withdrawing from normal life in the normal and ordinary world in which we live, emptying ourselves not only of food but also of everything that we seek, yearn for and require out of necessity and that is not His face. We should not fast. only food but also entertainment, media and worldly garbage, delicacies on the table of the world, things that pollute and limit the power of a fast. Fasting is our “body language” to God.
When we fast, we are expressing our heart’s hunger for Jesus and how serious we are about hearing his voice and following his ways. From a place of humility when we pray and seek His face, we get His eyes, ears, and voice from Him. We position ourselves to be “elevated” and see how He sees, hear what He wants us to hear, and learn the sound of His whisper guiding our steps.
Prayer:
Dear God, we humble our hearts before you, because we want to be closer and closer to you, we want to learn from you, until we become like you, receive through your Holy Spirit all that you have prepared for us, in the name of Jesus, amen