Yo sé, Señor, que nuestra vida no nos pertenece; no somos capaces de planear nuestro propio destino. Así que corrígeme, Señor, pero, por favor, sé tierno; no me corrijas con enojo porque moriría. JEREMÍAS 10:23-24 (NTV)
Jeremías, un profeta de Dios, fue llamado para revelar los pecados de los israelitas y avisarlos del juicio que estaba a punto de llegar. Sus súplicas fueron ignoradas y las consecuencias cayeron sobre ellos cuando los babilonios destruyeron Jerusalén. Antes de esa catástrofe, Jeremías hizo una de las afirmaciones más profundas de todas las Escrituras. Los israelitas insistieron en seguir a las naciones idólatras que los rodeaban, haciendo las cosas a su propia manera. Al parecer olvidaron que eran el pueblo escogido de Dios y que este había dirigido sus pasos con amor. Y, al buscar su independencia, cayeron en el pecado y perdieron la presencia prometida de Dios.
Me pregunto cuántas veces olvidamos a quién pertenecemos y empezamos a pensar que podemos planear nuestro propio rumbo en la vida. Quizá no somos felices con las instrucciones de Dios y nos estamos resistiendo al camino que él nos ha pedido que andemos. Quizá hoy tú necesitas orar con Jeremías:
Oración:
Corrígeme, Señor, pero te ruego que lo hagas con suavidad. No me corrijas con ira, porque moriría. Me arrepiento de mi independencia y, de nuevo, me rindo a tu mando.
Not Our Own
I know, LORD, that our lives are not our own. We are not able to plan our own course. So correct me, LORD, but please be gentle. Do not correct me in anger, for I would die. JEREMIAH 10:23-24
Jeremiah, a prophet of God, was called to reveal the sins of the Israelites and warn them of coming judgment. His pleas were ignored and the consequences fell when the Babylonians destroyed Jerusalem. Prior to that catastrophe, Jeremiah made one of the most profound statements in the Scriptures. The Israelites insisted on following the lead of the idolatrous nations around them doing things their own way. They seemingly forgot they were God’s chosen people and that God had lovingly directed their steps. In their independence, they fell into sin and lost the promised presence of God.
I wonder how many times we forget whose we are and begin to think we can plan our own course in life. Perhaps we are not happy with God’s direction and are resisting the road he has asked us to walk. Maybe today you need to pray with Jeremiah:
Prayer:
Correct me, Lord, but please be gentle. Do not correct me in anger, for I would die. I repent of my independence and once again surrender to your direction.