En paz me acuesto y me duermo, porque solo tú, Señor, me haces vivir confiado. SALMO 4:8 (NVI)
¿Alguna vez te has pasado horas (o minutos que parecían horas) buscando frenéticamente al Señor Mantita, a Toby o a Ovejita para intentar calmar los sollozos inconsolables del niño que berrea tumbado en el suelo? Ay, el maravilloso objeto protector. El silenciador mágico. La paz instantánea. A medida que los niños se hacen mayores, intentamos que dejen atrás todos estos objetos que los hacen sentir seguros: las mantitas que ya se están quedando harapientas, los ositos de peluche a los que se les ha caído un ojo o los chupetes sin goma por morder. La mayoría de los niños no están de acuerdo en que se sentirán bien sin la seguridad de estas cosas… y no les falta razón.
Piensa en todos aquellos momentos en los que has pasado por pruebas y te has visto completamente desorientada. ¿A dónde vas para sentirte segura? El mejor lugar al que puedes acudir es Dios. Él es nuestra seguridad y nos da la fuerza que necesitamos para seguir adelante. Y debemos sentirnos perdidos cuando no lo tenemos cerca. Cuando él está justo a nuestro lado, compartiendo la almohada en la noche oscura, sentado a nuestro lado en el coche o quizá observándonos mientras trabajamos en el escritorio, tenemos la sensación de que todo va a salir bien.
Oración:
Señor Dios, solo a ti acudo para encontrar seguridad. No hay ningún lugar mejor donde hallarla.
Security Blanket
In peace I will lie down and sleep, for you alone, LORD, make me dwell in safety. PSALM 4:8 NIV
Have you ever spent hours—or minutes that seemed like hours—searching frantically for Blankie, Paci, or Lambie in an attempt to quiet the inconsolable child sprawled on the floor? Ah, that wonderful security item. The magic silencer. The instant peace maker. As kids grow older, we try to wean them off those security items: the blankets that are torn to shreds, the teddy bears with missing eyes, or the pacifiers that are chewed beyond recognition. Most children don’t agree that they could do without the security of those things—and they have a point.
Think of all the times you’ve walked through trials and found yourself at a loss. Where do you go to feel secure? The best place you can go is to God. He is our security, and he gives us the strength we need to press on. We should feel lost when we don’t have him nearby. When he’s right beside us—sharing our pillow in the dark of night, riding beside us in the car, or sitting next to us at our desk—we sense that everything is going to be ok.
Prayer:
Lord God, I look solely to you for my security. There is no better place to find it.