Liberada y restaurada

Él fue traspasado por nuestras rebeliones, y molido por nuestras iniquidades; sobre él recayó el castigo, precio de nuestra paz, y gracias a sus heridas fuimos sanados. 
ISAÍAS 53:5 (NVI) 

Cuando un juez baja su mazo para sellar un veredicto de culpabilidad, la persona es condenada a la sentencia que se haya dictado. Las formas de castigo han ido cambiando con el tiempo y el lugar, pero todas tienen el mismo propósito: causar sufrimiento como consecuencia de un acto incorrecto. Y, en algún momento, todos fuimos esa persona culpable ante el juez. Estábamos malditos por el pecado de la humanidad.

Qué transformación más poderosa hubo cuando Jesús vino a quitarnos esta maldición. Él sufrió para liberarnos de la culpa. Su castigo nos trajo paz. Él cargó con la vergüenza para que pudiéramos ser sanados. Aunque nos resulta conmovedor pensar en lo que Jesús ha hecho por nosotros, también podemos regocijarnos por nuestra libertad. ¡Jesús no sigue en la cruz! ¡Y no estamos bajo la maldición! Si hoy te sientes abrumada bajo el peso de tu imperfección, cobra ánimos pensando en que Jesús te dio la vida. ¡Vive en la plenitud de su amor!


Oración:
Señor Jesús, gracias por haberme liberado de la maldición del pecado para que yo pueda vivir mi vida en el perdón y la sanación. Te entrego todo mi dolor y vergüenza hoy, y te pido que me restaures para volver a ser una persona sana y completa.


Released and Restored

He was pierced for our transgressions, he was crushed for our iniquities; the punishment that brought us peace was on him, and by his wounds we are healed. 
ISAIAH 53:5 NIV 

When a judge puts down the hammer to seal a guilty verdict, the person is condemned to whatever sentence is given. Forms of punishment have been different over time and space, but they all share the same purpose—to cause one to suffer as a consequence for wrongdoing. We were all that guilty person under the hammer once. We were cursed by the sin of humanity.


What a powerful transformation it was when Jesus came to remove the curse. He suffered to release us from guilt. His punishment brought us peace. He wore the shame so we could be healed. While it is sobering to realize what Jesus has done for us, we can also rejoice in our freedom. Jesus is not still on the cross! We are not still under the curse! If you are feeling the weight of your brokenness today, let your heart be encouraged that Jesus came to give you life. Live in the fullness of his love!

Prayer:
Lord Jesus, thank you that you have released me from the curse of sin so that I can live in forgiveness and healing. I bring all of my hurt and shame to you today and pray that you would restore me to health and wholeness.