“Levanto mis ojos a los montes: ¿de dónde viene mi socorro? Mi socorro viene del Señor, Hacedor del cielo y de la tierra”. Salmo 121:1-2 (NVI)
Desde que mi amiga Rebecca era niña, soñaba con escalar esta enorme montaña cerca de su casa en Colorado. Se maravilló de cómo los imponentes picos parecían tocar el cielo.
Cuando cumplió dieciséis años, decidió enfrentar su miedo y escalar esa montaña. Una mañana se despertó temprano y emprendió su nueva aventura. Estaba muy emocionada, pero no pasó mucho tiempo antes de que encontrara su primer obstáculo. Un río caudaloso bloqueó su camino y necesitaba ayuda. Encontró una rama resistente y la usó para cruzar el río de forma segura. Pronto, se encontró con una pared de roca escarpada que parecía imposible. Estaba agotada, cansada y desanimada. Rebecca no creía que hubiera alguna manera de superarlo, pero se detuvo y oró a Dios para que la ayudara.
Miró hacia abajo y notó una pequeña flor rosa que crecía justo en la grieta de una de las rocas. Fue un recordatorio sutil de que las cosas pueden crecer incluso en los lugares más improbables. Con determinación renovada, encontró una manera de pasar esa pared rocosa y llegar a la cima.
Rebecca se dio cuenta de que podía afrontar cualquier desafío con fe y la creencia inquebrantable de que Jesús siempre estaría ahí para guiarla y apoyarla.
Oración:
Señor Jesús, sé que no hay montaña demasiado alta ni obstáculo demasiado grande que Tú no puedas ayudarme a superar.
The climb of faith
"I lift up my eyes to the mountains—where does my help come from? My help comes from the Lord, the Maker of heaven and earth." Psalm 121:1-2 (NIV)
Ever since my friend Rebecca was a little girl, she dreamed of climbing this massive mountain near her home in Colorado. She marveled at how the towering peaks seemed to touch the sky.
When she turned sixteen, she decided to face her fear and climb that mountain. She woke up early one morning and set out on her new adventure. She was so excited, but it wasn’t long before she encountered her first obstacle. A rushing river blocked her path, and she needed some help. She found a sturdy branch and used it to cross the river safely. Soon, she met a sheer rock face that seemed impossible. She was exhausted, tired, and discouraged. Rebecca didn’t think there was any way she could make it past it, but she stopped and prayed to God to help her.
She looked down and noticed a tiny pink flower growing right out of the crack in one of the rocks. It was a subtle reminder that things can grow even in the most unlikely places. With renewed determination, she found a way to make it past that rock face and up to the summit.
Rebecca realized that she could face any challenge with faith and the unwavering belief that Jesus would always be there to guide and support her.
Prayer:
Lord Jesus, I know there is no mountain too high and no obstacle too great that You can’t help me overcome.