El primer paso hacia la libertad

¡Libra a tu siervo de pecar intencionalmente! No permitas que estos pecados me controlen. SALMOS 19:13 (NTV)

Por lo general, las personas no buscan la libertad de su esclavitud hasta que se sienten realmente miserables en ella. Esto se debe a que tienden a ver los placeres o la sensación de poder que reciben del pecado como un alivio a su desesperación y no la causa. Por esa razón, nuestros comportamientos pecaminosos —ya sean físicos, financieros, relacionales o espirituales— pueden dominarnos por muchos años. No es hasta que nos damos cuenta de hasta qué punto nos controlan y nos hieren que clamamos por liberación. Menos mal que nunca es demasiado tarde para ser liberados.

Reconocer nuestra impotencia es el primer paso en el camino hacia la libertad. Por desgracia, demasiados de nosotros no recibimos plenamente la libertad que Cristo compró para nosotros porque nos aferramos a la sensación de control. Queremos hacer las cosas a nuestra manera. Pero así nos vemos incapaces de vencer nuestros miedos, sanar nuestras relaciones o superar los obstáculos que se nos presentan.

Tal vez veas la impotencia como debilidad, como una admisión de que eres incapaz para resolver tus problemas. Pero a los ojos de Dios, tus sentimientos de impotencia son los dolores de parto de un milagro. Así que suelta el control y deja que Él te muestre cómo encontrar alivio a todo lo que te aprisiona.

Oración:

Jesús, revélame a qué estoy atado y libérame de ello a través de tu verdad. Amén.


First Step to Freedom

Keep your servant from deliberate sins! Don’t let them control me.

PSALM 19:13 NLT

People usually don’t seek freedom from their bondage until they are truly miserable in it. This is because they tend to view the pleasures or sense of empowerment they receive from sin as alleviating their despair rather than causing it. For this reason, our sinful behaviors—whether physical, financial, relational, or spiritual—can dominate us for many years. It’s not until we realize the extent to which they control and wound us that we cry out for release. Thankfully, it’s never too late to be delivered.

Recognizing our helplessness is our first step on the road to freedom. Sadly, too many of us do not fully receive the liberty Christ purchased for us because we cling to the feeling of control. We want to do things our way. But in that, we find ourselves unable to conquer our fears, heal our relationships, or overcome the obstacles before us.

Perhaps you view helplessness as weakness—as an admission that you’re inadequate to solve your problems. But in God’s eyes, your feelings of powerlessness are the birth pangs of a miracle. So let go of control and let Him show you how to find relief from all that imprisons you.

Prayer:

Jesus, reveal to me what I’m in bondage to and set me free from it through Your truth. Amen.