Señor, ponme en la boca un centinela; un guardia a la puerta de mis labios. SALMO 141:3 (NVI)
¡Qué desafío es para las mujeres dominar sus lenguas! ¿Se te ha descontrolado también a ti últimamente? Se dice que las mujeres usan una media de 20.000 palabras al día, mientras que los hombres solo dicen 7.000. Con tantas palabras saliendo de nuestras bocas cada día, la posibilidad de que digamos algo dañino, desagradable o doloroso es, simplemente, mayor.
¿Qué vamos a hacer con nuestras lenguas? Santiago las describe como un fuego que los humanos no podemos dominar: en un momento está alabando a Dios y, en un instante, está maldiciendo a los demás. ¡Qué dilema! Pero qué maravilloso es saber que, igual que con los demás desafíos a los que nos enfrentamos, podemos acudir a Dios en busca de una solución. Él hace lo que nosotros no somos capaces, pero también debemos poner de nuestra parte. Medita en su Palabra de modo que sus Escrituras fluyan fácilmente en tu interior y que tu conciencia sea sensible. Decídete a hablar más de Dios y menos de los demás. Y, finalmente, ora con el salmista:
Señor, ponme en la boca un centinela; un guardia a la puerta de mis labios. Ayúdame, Señor, a decir palabras de vida a aquellos que me rodean. Ayúdame a tragarme las palabras dañinas y a decir solo palabras de ánimo.
Taming the Untamable
Set a guard, O LORD, over my mouth; keep watch over the door of my lips. PSALM 141:3 NIV
What a challenge it is for women to master their tongues! Has yours been out of control lately? It is said that women use an average of 20,000 words a day, while men only speak 7,000. With that many words pouring out of our months every day, there is simply a greater possibility that some of them will be hurtful, unkind, and harmful.
What’s to be done with our tongues? James describes them as a fire that is untamable by man. One moment it praises God; the next it curses man. What a dilemma! It’s so wonderful to know that just like the other challenges we face, we can run to God for a solution. He does what we cannot do, but we must do our part. Meditate on the Word so that Scripture flows easily and our consciences are tender. Determine to speak more about God and less about others. And finally, pray with the psalmist:
Set a guard over my mouth; keep watch over the door of my lips. Help me, Lord, to speak words of life to those around me. Help me to swallow words that harm and speak only words that uplift.