Dios es justo

No respondía cuando lo insultaban ni amenazaba con vengarse cuando sufría. Dejaba su causa en manos de Dios, quien siempre juzga con justicia. 
1 PEDRO 2:23 (NTV) 

Nuestros padres tenían razón: la vida no es justa. Probablemente aprendimos esta lección por primera vez cuando no nos pudimos quedar con la mitad más grande de una galleta o cuando uno de nuestros hermanos se fue a algún lugar especial mientras nosotros teníamos que ir a la escuela. A medida que íbamos creciendo, puede que aprendiéramos lecciones más duras sobre lo injusto que puede llegar a ser el mundo: quizá a través de acusaciones erróneas, ascensos denegados o expectativas que no se han cumplido.

Es fácil decepcionarse con la injusticia de la vida. Cuando alguien no nos comprende o nos acusa erróneamente, cuesta mucho no tomárselo a pecho. En esos momentos queremos defender nuestra reputación a capa y espada o desaparecer de la faz de la tierra. Cuando nos enfrentamos a estas situaciones, podemos descansar en el conocimiento de que Dios es justo. Él juzgará a todo el mundo equitativamente.

Oración:
Gracias, Dios, porque no me hace falta defenderme con convicción ante las personas que me acusan. No dejo mi juicio en manos de un jurado y ni siquiera el mejor abogado puede acusarme de algo que me condene eternamente. Dios, tú conoces mi situación y, lo que es más importante, conoces mi corazón.


God Is Just

He did not retaliate when he was insulted, nor threaten revenge when he suffered. He left his case in the hands of God, who always judges fairly. 1 PETER 2:23 NLT 

Our parents were right: life’s not fair. We probably learned that first when we didn’t get the larger half of the cookie, or when one of our siblings got to go somewhere special while we were at school. As we got older, we might have learned about the lack of fairness a little more harshly: perhaps through wrongful accusations, denied promotions, or unmet expectations.

It’s easy to be disappointed with the unfairness of life. When wrongfully accused or misunderstood, it’s hard not to take it to heart. We either want to defend our reputation until the bitter end, or disappear. When faced with these situations, we can rest in the knowledge that God is just. He will judge everyone fairly.


Prayer:
Thank you, God, that I don’t have to worry about my accusers fighting their case more convincingly. I don’t leave my judgment in the hands of a jury, and even the best attorney can’t make a case against me that will last into eternity. You know my situation God, and, more importantly, you know my heart.