Día 79 • Mal dirigido

Todos los israelitas se quitaron los aretes de oro que llevaban puestos, y se los llevaron a Aarón, quien los recibió y los fundió; luego cinceló el oro fundido e hizo un ídolo en forma de becerro. Entonces exclamó el pueblo: «Israel, ¡aquí tienes a tu dios que te sacó de Egipto!». 
(ÉXODO 32.3–4)

Si pudieras agarrar todos los diamantes del mundo y construir con ellos una estatua, sería la creación más brillante y centelleante. Es probable que viniera gente de todo el mundo para contemplarla. Captaría tanta atención que los medios informativos acudirían. Te invitarían a los debates televisivos. Podrías empezar a cobrar entradas y sacarle partido a tu creación. Tal vez el presidente la catalogaría como monumento nacional de belleza. Las personas podrían empezar a inclinarse delante de la estatua al pasar junto a ella. «Espera un momento —pensarías—; solo es una estatua». Pero ya sucedió antes.

Los israelitas se impacientaron mucho con Dios. De modo que se volvieron creativos. Recogieron todo el oro que tenían. Entonces hicieron una hermosa escultura con ello. Era tan impresionante que llegaron a confundirse un poco. Empezaron a pensar que su maravillosa obra de arte era demasiado importante. Y decidieron expulsar a Dios. ¿Parece una locura, verdad? Sin embargo, cuando las personas llegan a estar tan impresionadas consigo mismas o admiran la obra de alguien más que a Dios, caen en la confusión. Se olvidaron de Dios y empezaron a atribuirle a algo o alguien su lugar. Él es el Creador de todo lo bello. Y siempre es más impresionante que cualquier cosa que un ser humano pudiera fabricar.

Oración:

Señor, parece una locura que el pueblo adorara una estatua. Te ruego que no me permitas olvidar jamás que tú eres el único Dios y que solo tú eres digno de mi alabanza.


Day 79 • Misdirected

So all the people took off their earrings and brought them to Aaron. He took what they handed him and made it into an idol cast in the shape of a calf, fashioning it with a tool. Then they said, “These are your gods, Israel, who brought you up out of Egypt.” 
(EXODUS 32:3–4)

If you could take all the diamonds in the world and build a statue out of them, it would be the most brilliant and sparkly creation. People from around the world would probably come to see it. It would get so much attention that the news would show up. You’d get invited onto TV talk shows. You could start charging admission and making money off your creation. Perhaps the president would even name it a national monument of beauty. People might start bowing down in front of the statue when they show up. “Wait a minute,” you think, “it’s just a statue.” But it’s happened before.

The Israelites got really impatient with God. So they got creative. They collected all their gold. Then they made a beautiful sculpture out of it. It was so impressive that they got a little confused. They started thinking too much of their wonderful creation. Then they decided to eject God. Sounds crazy, doesn’t it? But when people get too impressed with themselves or admire someone’s work more than God, they get confused. They forget God and start treating something or someone like God. God is the Creator of everything beautiful. And he is always more impressive than anything any human could make.

Prayer: Lord, it seems crazy that people worshiped a statue. Please don’t ever let me forget that you are the only God and the only one worthy of my praise.