DÍA 173 – Capacitación de grupo

Consideremos cómo estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras, no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos unos a otros, y mucho más al ver que el día se acerca.

(HEBREOS 10.24–25, NBLH)

Los nadadores, los jugadores de fútbol, los levantadores de pesas y los velocistas pueden pasar hasta veinticuatro horas por semana adquiriendo fuerza y resistencia durante muchos años. No te acercarías a un levantador de pesas olímpico, campeón del mundo, pidiéndole: «Vamos, pásame esa barra con pesas de cien kilos. Yo puedo levantarla». Es decir, a menos que quieras romperte las costillas.

Podrías estar ahí, en el gimnasio, vistiendo una camiseta escotada de tirantes para exhibir la musculatura. Podrías llevar una faja lumbar. Podrías untarte los brazos de aceite. Sin embargo, ¡seguirás sin ser un levantador de pesas!

En ocasiones, los cristianos intentan atajos espirituales similares. Dormimos hasta bien tarde los domingos, pensando que ya nos pondremos al día con la iglesia a la semana siguiente. O decides que tampoco es tan grave saltarse el grupo de jóvenes ya que tu líder preferido se mudó a otro lugar, hace meses.

Así como los levantadores de pesas pueden practicar con un equipo y un entrenador, los cristianos necesitan que otros los ayuden con su entrenamiento. Dios nos hizo para que necesitáramos a otros. Adorar, leer la Biblia y aprender sobre él con otros seguidores de Dios equivale a largas horas en el gimnasio. Estas actividades crecen y nos estiran hasta llegar a ser creyentes maduros. De modo que no abandones las prácticas con tu equipo (la iglesia) ni dejes de escuchar a tu entrenador (Dios).

Oración

Señor, no siempre tengo ganas de ir a la iglesia y leer la Biblia es duro. Sin embargo, sé que esas cosas edificarán mi fuerza espiritual. ¿Me proporcionarás un amor nuevo hacia mi iglesia de manera que pueda compartir sus bendiciones con mi familia y mis amigos?



Day 173 – Group Training

And let us consider how we may spur one another on toward love and good deeds, not giving up meeting together, as some are in the habit of doing, but encouraging one another—and all the more as you see the Day approaching.

(HEBREWS 10:24–25)

Serious swimmers, soccer players, weight-lifters, and sprinters may spend up to twenty hours a week building strength and endurance for many years. You wouldn’t walk over to a world-champion Olympic weight-lifter and say, “Go ahead and give me that two-hundred-pound barbell. I can lift it.” That is, unless you are in the mood to crush your ribs.

You could stand there in the gym wearing a muscle tank top. You could put on a back brace. You could slick down your arms with oil. But you’re still no weight-lifter!

Christians sometimes try similar spiritual shortcuts. We sleep in on Sundays, thinking we can catch church next week. Or you decide it’s not a big deal to skip youth group since your favorite leader moved away months ago.

Just like weight-lifters may practice with a team and a coach, Christians need others to help them with their training. God made us to need others. Worshiping, reading the Bible, and learning about him with other God-followers is like long hours at the gym. These activities grow and stretch us into mature believers. So don’t give up practicing with your crew (the church) or listening to your trainer (God).

Prayer

I don’t always feel like going to church, God, and reading my Bible is hard. But I know these things will build my spiritual strength. Will you give me a fresh love for my church so I can share its blessings with family and friends?