Salmos 128:1
Feliz tú, que honras al Señor y le eres obediente.
Demasiadas veces, pensamos que podemos ser obedientes y hacerlo por nosotros mismos. En algunas instancias, eso puede ser cierto, pero si vamos a ganar continuamente sobre los ataques contra nuestra mente, debemos caer en cuenta de que la fuerza de voluntad por sí sola no funciona. Lo que necesitamos es la humildad de recurrir al Espíritu Santo y pedirle que nos fortalezca. Me doy cuenta de que muchas personas no comprenden la manera en la que el Señor opera amorosamente en su vida. Dios no solamente nos ama como un Padre, sino que también se preocupa con cariño por cada parte de nuestra vida. Nuestro Padre celestial quiere intervenir y ayudarnos, pero espera la invitación de participar. Emitimos la invitación y abrimos la puerta a la ayuda de Dios por medio de la oración. La Palabra de Dios dice: “No tenéis […] porque no pedís” (Santiago 4:2). Posiblemente podríamos pensarlo de esta manera. Dios nos está cuidando todo el tiempo, está al tanto de las tentaciones, luchas y dificultades que enfrentamos; y todos las enfrentamos. Si pensamos que lo podemos hacer por nosotros mismos, Dios no hace nada. Pero permanece listo para entrar en acción y rescatarnos tan pronto clamemos pidiendo que el poder del Espíritu Santo opere en nuestra vida. Nuestra victoria comienza con pensar correctamente. Tenemos que estar convencidos de que Dios se preocupa por nosotros, que quiere actuar y que espera que nosotros clamemos. Cuando clamamos, entendemos las palabras citadas en Zacarias 4:6, que no es con ejército ni con fuerza, sino por el Espíritu Santo que viene la victoria. Tomemos por ejemplo el asunto del tiempo diario de comunión personal que se invierte en oración y en leer la Palabra. Como cristianos, sabemos que esto es lo que Dios quiere y que lo necesitamos si es que vamos a madurar espiritualmente. En cierto momento de mi vida, traté de mantener la autodisciplina espiritual. Decidí que iba a orar y a leer mi Biblia cada día. Me iba bien dos o tres días, y luego algo interfería; algunas veces algo de mi familia o algo en nuestra iglesia, pero principalmente cosas pequeñas que llamaban mi atención lejos de mi comunión diaria con mi Señor.
“Pense nunca seré fiel en hacer esto”. Fue entonces cuando el Espíritu Santo vino a mí y me dio la autodisciplina que necesitaba. Era casi como si Dios me estuviera viendo batallar y me permitiera frustrarme y enojarme conmigo misma. Pero tan pronto pedí su ayuda sinceramente, el Espíritu vino a mi rescate. Somos demasiado independientes, y experimentamos mucha frustración innecesaria simplemente porque tratamos de hacer las cosas sin la ayuda de Dios.
Con la ayuda del Espíritu, estoy aprendiendo. sí, todavía estoy aprendiendo, que puedo escoger en qué quiero pensar. Puedo escoger mis pensamientos, y necesito hacerlo con cuidado. A menos que esté en comunión continua con Él, no voy a conocer la diferencia entre los pensamientos saludables y los que no lo son y no estaré seguro qué desiciones debo tomar. Y si no conozco la diferencia, le doy la oportunidad a Satanás de que se meta a hurtadillas en mi mente, me atormente y me desvíe. Invierta mucho tiempo estudiando la Palabra de Dios y rápidamente reconocerá cada mentira que Satanás trate de plantar en su mente.
Oración:
Amado Espíritu Santo, en nuestras propias fuerzas no podemos obedecer por eso hoy estamos delante de ti reconociendo que te necesitamos para cada circunstancia en nuestras vidas, queremos ser totalmente dependientes de ti, que tu palabra sea nuestra guia, nuestros pensamientos sometidos a tu luz, nuestra alma sometida a tu justicia; gobierna nuestro ser y entronate en nuestras vidas en el nombre de Jesús, Amén!
How to become obedient?
Psalm 128: 1
Happy are you, who honor the Lord and are obedient to him.
Too many times, we think we can be obedient and do it ourselves. In some instances that may be true, but if we are to continually win over attacks on our mind, we must realize that willpower alone does not work. What we need is the humility to turn to the Holy Spirit and ask him to strengthen us. I realize that many people do not understand how the Lord lovingly operates in their life. God not only loves us as a Father, but He also cares lovingly for every part of our life. Our heavenly Father wants to step in and help us, but he awaits the invitation to participate. We issue the invitation and open the door to God’s help through prayer. The Word of God says: “You do not have […] because you do not ask” (James 4: 2). We could possibly think of it this way. God is taking care of us all the time, he is aware of the temptations, struggles and difficulties that we face; and we all face them. If we think we can do it ourselves, God does nothing. But he remains ready to jump into action and rescue us as soon as we cry out for the power of the Holy Spirit to operate in our lives. Our victory begins with right thinking. We have to be convinced that God cares for us, that he wants to act, and that he expects us to cry out. When we cry out, we understand the words quoted in Zechariah 4: 6, that it is not by army or by force, but by the Holy Spirit that victory comes. Take, for example, the matter of daily personal fellowship time spent in prayer and reading the Word. As Christians, we know that this is what God wants and that we need it if we are to mature spiritually. At a certain point in my life, I tried to maintain spiritual self-discipline. I decided that I was going to pray and read my Bible every day. I was doing well for two or three days, and then something interfered; sometimes something from my family or something in our church, but mostly small things that drew my attention away from my daily communion with my Lord.
“I thought I would never be faithful to do this.” It was then that the Holy Spirit came to me and gave me the self-discipline I needed. It was almost as if God was watching me struggle and allowing me to get frustrated and angry with myself. But as soon as I asked for His sincerely help, the Spirit came to my rescue.We are too independent, and we experience a lot of unnecessary frustration simply because we try to do things without God’s help.
With the help of the Spirit, I am learning. Yes, I’m still learning, that I can choose what I want to think about. I can choose my thoughts, and I need to do it carefully. Unless I am in continuous communion with Him, I will not know the difference between healthy and unhealthy thoughts and I will not be sure what decisions to make. And if I don’t know the difference, I give Satan a chance to sneak into my mind, torment me, and divert me. Spend a lot of time studying God’s Word and you will quickly recognize every lie that Satan tries to plant in his mind.
Prayer:
Beloved Holy Spirit, in our own strength we cannot obey that is why today we are in front of you recognizing that we need you for every circumstance in our lives, we want to be totally dependent on you, that your word be our guide, our thoughts submitted to your light, our soul submitted to your justice; rule our being and enter our lives in the name of Jesus, Amen!