Acepta lo que te es dado

«Ningún hombre puede recibir nada si no le es dado del cielo». JUAN 3:27


Un día, mientras Juan el Bautista ministraba a una multitud, sus discípulos se le acercaron y le dijeron: «Rabí, el hombre que estaba contigo al otro lado del río Jordán, a quien identificaste como el Mesías, también está bautizando a la gente. Y todos van a él en lugar de venir a nosotros» (Juan 3:26, NTV). Humanamente hablando, esto podría haber hecho que Juan se sintiera amenazado, y sin duda causó cierta preocupación a sus discípulos. No obstante, se dio cuenta de que el plan de Dios se estaba cumpliendo.


Juan nos da un buen ejemplo de cómo responder cuando nos enfrentamos a circunstancias que nos producen celos o envidia. Los celos son un sentimiento de posesividad que puede hacernos temer que alguien ocupe nuestro lugar, nuestras relaciones, nuestro puesto o se adueñe de nuestras pertenencias. Del mismo modo, la envidia se refiere a un sentimiento de desagrado ante la buena fortuna de otra persona. Eso nos conduce a preguntarnos: ¿Por qué ellos y no nosotros?


Recuerda que todo lo que nos llega debe pasar primero por la mano amorosa e instructiva de Dios, y eso incluye tanto las bendiciones como las adversidades. Así que siempre que sientas que los celos o la envidia surgen dentro de ti, es momento de hablar con Dios, recordar lo bueno que ha sido contigo y pedirle que te ayude a entender su voluntad.


Jesús, tú sabes qué cosas me tientan a preocuparme. Gracias por tu bondad para conmigo y por lo que ha venido de tu mano. Amén.


Accepting What’s Given

“A man can receive nothing unless it has been given him from heaven.”
JOHN 3:27


One day, while John the Baptist was ministering to a crowd, his disciples went to him and reported, “The one you identified as the Messiah, is also baptizing people. And everybody is going to him instead of coming to us” (John 3:26 NLT). Humanly speaking, this could have made John feel threatened—it certainly caused his disciples some concern. Instead, however, he recognized God’s plan coming to fruition.

John provides us with a good example of how to respond when we are confronted with circumstances that produce jealousy or envy within us. Jealousy is a feeling of possessiveness that can cause us to fear someone taking our place, our relationships, our position, or our belongings. Likewise, envy refers to a feeling of displeasure at someone else’s good fortune—we wonder, Why them and not us?


Remember that everything that comes to us must first pass through God’s loving and instructive hand—and that includes both blessings and adversity. So whenever you sense jealousy or envy rising up in you, it is time to talk to God, remember how good He has been to you, and ask Him to help you understand His will.



Jesus, You know what tempts me to fret. Thank You for Your goodness to me and what has come from Your hand. Amen.