Pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón. —1 SAMUEL 16:7
COMO USTED HA escogido leer este libro, supongo que está buscando experimentar un encuentro cara a cara con Dios. Si estudia tales encuentros en las Escrituras y en los testimonios de los santos, descubrirá que los encuentros cara a cara con Dios con frecuencia son distintos entre sí. Él se revela a nosotros de acuerdo con sus propósitos, y algunas veces adecúa la manera en que lo hace según lo que ve en los corazones de las personas. Moisés lo encontró en una zarza ardiente. Pablo fue derribado por una luz cegadora. Sin importar la forma en la que vengan, tales experiencias tienen una cosa en común: hacen que sea casi imposible para las personas seguir su vida como antes de tenerlas. ¿Su búsqueda por el rostro de Dios lo ha cambiado ya? ¿De qué maneras?
PUNTO PARA MEDITAR Sé que Dios me conoce mejor de lo que me conozco a mí mismo, y Él se me revelará de la manera que más lo necesito.
ONE SIZE DOESN’T FIT ALL
God sees not as man sees; for man looks at the outward appearance, but the Lord looks at the heart. —1 SAMUEL 16:7
BECAUSE YOU’RE READING this book, I assume you are seeking to experience a face-to-face encounter with God. If you study such encounters in the Scriptures and in the testimonies of saints, you’ll find that face-to-face encounters with God often look very different from each other. He reveals Himself to us according to His purposes, and sometimes He fashions the way He does it according to what He sees in people’s hearts. Moses encountered Him in a burning bush. Paul was knocked off his horse by a blinding light. Regardless of the form they come in, such experiences have one thing in common—they make it nearly impossible for people to live as they did before they had them. Has your quest for the face of God changed you yet? In what ways?
POINT TO PONDER I know that God knows me better than I know myself, and He will reveal Himself to me in the way I need Him the most.
