El fuego divino que viene con el bautismo del Espíritu Santo cambia su estatus de ordinario a extraordinario. Usted toma un mandato y una tarea divina para que ya no viva para usted; rinde sus temores y ambiciones y toma un propósito divino. Se convierte así en un vaso escogido.
Moisés vio arbustos y matorrales cada día durante 40 años. No iba por ahí mirando o estudiando arbustos. Los arbustos del desierto no son fascinantes, ni se cultivan, ni son coloridos ni tienen flores. Son bastante feos. Pero Dios tomó uno de ellos, uno muy ordinario, y lo convirtió en extraordinario. Ardió en llamas, pero no se consumía (Éxodo 3:2). Después Él habló desde allí, la voz procedía de la zarza ardiente. Moisés, en cierto sentido, era como la zarza, ordinario e incluso de un grado inferior. Era tan solo una pieza de madera arrastrada por las corrientes, un asesino fugitivo escondiéndose de la justicia sin futuro. Era un simple pastor, y “los egipcios detestan el oficio de pastor” (Génesis 46:34, NVI).
Moisés vio esa zarza ardiente que no se consumía en cenizas. No tenía ni idea de que ese era un momento que cambiaría su vida. Curioso, se acercó para verla, mirándola fascinado. Entonces, una llama divina saltó de la zarza y se adentró en su misma alma. Moisés, un mortal, se convirtió en un Hombre Llama. “Él hace…de las llamas de fuego sus servidores” (Hebreos 1:7, NVI). Ese día, cuando usted se acerque para ver la zarza ardiente, dejará de ser ordinario.
Oración:
¡Amado Espíritu Santo! Haz arder tu fuego en mi, quiere ser bautizado con tu gloria y poder, quiero cumplir con la asignación divina, soy tu vaso, llename y haz todo nuevo en mí, en el nombre de Jesús. ¡Amén!
Fire of the Holy Spirit
The divine fire that comes with the baptism of the Holy Spirit changes its status from ordinary to extraordinary. You take a mandate and a divine task so that you no longer live for you; you yield your fears and ambitions and take a divine purpose. It thus becomes a chosen vessel.
Moses saw bushes and thickets every day for 40 years. He wasn’t out there looking at or studying shrubs. The desert bushes are not fascinating, nor are they cultivated, colorful or have flowers. They are quite ugly. But God took one of them, a very ordinary one, and made it extraordinary. He burned it in flames, but it was not consumed (Exodus 3:2). Then he spoke from there, the voice came from the burning bush. Moses, in a sense, was like the bush, ordinary and even of a lower degree. It was just a piece of wood dragged by the currents, a fugitive killer hiding from justice without a future. He was a mere shepherd, and “the Egyptians hate the trade being a shepherd” (Genesis 46:34, NIV).
Moses saw that burning bush that was not consumed in ashes. He had no idea that this was a time that would change his life. Curious, he came up to see her, looking at it fascinated. Then, a divine flame jumped from the bush and entered into its very soul. Moses, a mortal, became a Man Aflame. “He makes…of the flames of fire His servants” (Hebrews 1:7, NIV). That day, when you approach to see the burning bush, it will cease to be ordinary.
Prayer:
Beloved Holy Spirit! Burn your fire in me, want to be baptized with your glory and power, I want to fulfill the divine assignment, I am your vessel, fill me and do everything new in me, in the name of Jesus. Amen!