15Ene • Día 27/ 4ta parte • Cómo derrotar la tentación

Ten cuidado de cómo piensas; tu vida está moldeada por tus pensamientos. PROVERBIOS 4:23 (PAR)

Escondemos nuestros defectos por orgullo. Queremos que otros piensen que tenemos todo «bajo control». La verdad es que cualquier cosa de la que no puedas hablar ya está fuera de control en tu vida: problemas con las finanzas, tu matrimonio, los hijos, ciertos pensamientos, la sexualidad, hábitos secretos o cualquier otra cosa. Si pudieras solucionarlos por ti mismo, ya lo habrías hecho. Pero no puedes. La fuerza de voluntad y las resoluciones personales no son suficientes.

Algunos problemas están demasiado arraigados en ti, son hábitos demasiado fuertes y grandes como para que puedas resolverlos solo. Necesitas un grupo pequeño o un compañero mentor que te anime, te apoye, ore por ti, te ame incondicionalmente y te pida cuentas. Después podrás hacer lo mismo por ellos.

Siempre que alguien me confía: «Yo nunca le he dicho esto a nadie hasta ahora», me emociono por esa persona, porque sé que está a punto de experimentar un gran alivio y la liberación. La válvula de presión va a ser retirada, y por primera vez va a ver un rayo de esperanza en su futuro. Siempre sucede cuando hacemos lo que Dios nos dice que hagamos, reconociendo nuestras luchas ante un amigo consagrado.

Permíteme hacerte una pregunta difícil: ¿Hay algún problema que disimulas en tu vida? ¿De qué cosas tienes miedo de hablar? No vas a resolverlo solo. Sí, se necesita humildad para reconocer nuestras debilidades ante otros, pero la misma falta de humildad es lo que nos impide mejorar. La Biblia dice: «Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. Someteos, pues, a ”ios».

Resiste al diablo. Después de humillarnos y ponernos en manos de Dios, debemos desafiar al diablo. El resto de Santiago 4:7 dice: «Resistid al diablo, y huirá de vosotros». No renunciamos pasivamente a sus ataques. Debemos enfrentarlo y luchar.

El Unevo Testamento describe a menudo la vida cristiana como una batalla espiritual contra las fuerzas malignas, usando términos de guerra como pelear, conquistar, luchar y vencer. A menudo los cristianos somos comparados con soldados que ocupan el territorio enemigo.

¿Cómo podemos resistir al diablo? Pablo nos dice: «Que la salvación sea el casco que proteja su cabeza, y que la palabra de Dios sea la espada que les da el Espíritu Santo». El primer paso es aceptar la salvación de Dios. No serás capaz de decirle nada al diablo a menos que le hayas dicho que sí a Cristo. Sin Cristo estamos indefensos contra el diablo, pero Dios protege nuestras mentes con «el casco de la salvación». Recuerda esto: Si eres creyente, Satanás no puede obligarte a hacer nada; solo puede darte sugerencias.

Segundo, debes usar la Palabra de Dios como tu arma contra Satanás. Jesús nos dejó su ejemplo cuando el diablo lo tentó en el desierto. Cada vez que Satanás sugería una tentación, Jesús se oponía citando las Escrituras. Él no discutió con Satanás. Ni dijo: «Yo no tengo hambre», cuando el diablo lo tentó a que usara su poder para satisfacer una necesidad personal. Simplemente citó las Escrituras de memoria. Nosotros debemos hacer lo mismo. Hay poder en la Palabra de Dios, y Satanás le tiene miedo.

Reflexión:

Nunca trates de discutir con el diablo. Él discute mejor que tú, porque ha tenido miles de años para practicar.


DAY 27/Fourth part • Defeating Temptation

Be careful how you think; your life is shaped by your thoughts.

PROVERBS 4:23 (TEV)

The reason we hide our faults is pride. We want others to think we have everything “under control.” The truth is, whatever you can’t talk about is already out of control in your life: problems with your finances, marriage, kids, thoughts, sexuality, secret habits, or anything else. If you could handle it on your own, you would have already done so. But you can’t. Willpower and personal resolutions aren’t enough.

Some problems are too ingrained, too habitual, and too big to solve on your own. You need a small group or an accountability partner who will encourage you, support you, pray for you, love you unconditionally, and hold you accountable. Then you can do the same for them.

Whenever someone confides to me, “I’ve never told this to anyone until now,” I get excited for that person because I know they are about to experience great relief and liberation. The pressure valve is going to be released, and for the first time they are going to see a glimmer of hope for their future. It always happens when we do what God tells us to do by admitting our struggles to a godly friend.

Let me ask you a tough question: What are you pretending isn’t a problem in your life? What are you afraid to talk about? You’re not going to solve it on your own. Yes, it is humbling to admit our weaknesses to others, but lack of humility is the very thing that is keeping you from getting better. The Bible says, “God sets himself against the proud, but he shows favor to the humble. So humble yourselves before God.” 

Resist the Devil. After we have humbled ourselves and submitted to God, we are then told to defy the Devil. The rest of James 4:7 says, “Resist the Devil and he will flee from you.” We don’t passively resign ourselves to his attacks. We are to fight back.

The New Testament often describes the Christian life as a spiritual battle against evil forces, using war terms such as fight, conquer, strive, and overcome. Christians are often compared to soldiers serving in enemy territory.

How can we resist the Devil? Paul tells us, “Put on salvation as your helmet, and take the sword of the Spirit, which is the word of God.” The first step is to accept God’s salvation. You won’t be able to say no to the Devil unless you have said yes to Christ. Without Christ we are defenseless against the Devil, but with “the helmet of salvation” our minds are protected by God. Remember this: If you are a believer, Satan cannot force you to do anything. He can only suggest.

Second, you must use the Word of God as your weapon against Satan. Jesus modeled this when he was tempted in the wilderness. Every time Satan suggested a temptation, Jesus countered by quoting Scripture. He didn’t argue with Satan. He didn’t say, “I’m not hungry,” when tempted to use his power to meet a personal need. He simply quoted Scripture from memory. We must do the same. There is power in God’s Word, and Satan fears it.

Reflection:

Don’t ever try to argue with the Devil. He’s better at arguing than you are, having had thousands of years to practice.