Lucas 2:14 NVI
«Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los que gozan de su buena voluntad».
En Lucas 2:8-14, el anuncio del ángel a los pastores es uno de los momentos más profundos de la historia de la Navidad. Imagínese la escena: un grupo de humildes pastores, que cuidaban de sus rebaños por la noche en los campos tranquilos, de repente se vieron rodeados por la gloria del Señor. El ángel se le apareció y, con palabras de consuelo, proclamó: “No temáis. Les traigo buenas noticias que causarán gran alegría a todo el pueblo” (Lucas 2:10). Este anuncio no fue un mensaje cualquiera; era el nacimiento del Salvador, el Mesías, en Belén, envuelto en pañales y acostado en un pesebre.
Lo extraordinario aquí es la elección de los destinatarios de esta noticia. Los pastores, que a menudo eran considerados humildes y pasados por alto en la sociedad, fueron los primeros en escuchar las buenas nuevas del nacimiento de Jesús. En una cultura donde el estatus y la riqueza determinaban el valor de uno, Dios escogió a los humildes para que fueran los primeros en presenciar la gloria del Mesías. Los pastores no eran poderosos ni prestigiosos, eran personas sencillas y corrientes, que hacían el duro trabajo de cuidar de sus ovejas bajo el cielo nocturno. Sin embargo, estos son aquellos a quienes el ángel anuncia la paz en la tierra.
El mensaje del ángel, “Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a aquellos en quienes descansa su favor” (Lucas 2:14), subraya que la paz no está reservada para los poderosos o la élite, sino que es un regalo para todos, independientemente de su origen. La paz de Dios está disponible para cualquiera que esté dispuesto a recibirla, tal como lo hicieron los pastores. Fueron los primeros en abrazar la paz que Jesús traería al mundo.
Este anuncio es un hermoso recordatorio de que la paz de Dios trasciende las divisiones humanas de clase, raza y estatus. Su paz no se limita a aquellos que ”la merecen”, sino que se da gratuitamente a todos. Así como Dios escogió a los pastores para escuchar primero las buenas nuevas, Él ofrece Su paz a todos, invitándonos a cada uno de nosotros, sin importar nuestras circunstancias o antecedentes, a experimentar la paz calmante y restauradora que solo Jesús puede brindar.
Para las familias, este mensaje es una invitación a reflexionar sobre cómo podemos dar la bienvenida a la paz de Dios en nuestras vidas, independientemente del caos o las luchas que podamos enfrentar. Es un llamado a reconocer que la paz de Dios no se gana a través del éxito o la posición social, sino que es un don que está disponible para cualquiera que se vuelva a Él. Al reunirnos alrededor de nuestros hogares durante esta temporada de navidad, recordemos a los pastores que recibieron las mejores noticias en las circunstancias más humildes, y consideremos cómo nosotros también podemos abrazar la paz de Cristo, independientemente de dónde nos encontremos en la vida.
Shepherds in the Field: Peace for the Humble
Luke 2:14 NIV
“Glory to God in the highest, and on earth peace to those on whom his favor rests.”
In Luke 2:8-14, the angel’s announcement to the shepherds is one of the most profound moments in the Christmas story. Imagine the scene: a group of humble shepherds, tending their flocks at night in the quiet fields, suddenly found themselves surrounded by the glory of the Lord. The angel appeared to them and, with words of comfort, proclaimed: “But the angel said to them, “Do not be afraid. I bring you good news that will cause great joy for all the people.” (Luke 2:10). This announcement was not just any message; it was the birth of the Savior, the Messiah, in Bethlehem, wrapped in swaddling clothes and lying in a manger.
What is extraordinary here is the choice of recipients of this news. The shepherds, who were often considered lowly and overlooked in society, were the first to hear the good news of Jesus’ birth. In a culture where status and wealth determined one’s worth, God chose the humble to be the first to witness the glory of the Messiah. The shepherds were not powerful or prestigious, they were simple, ordinary people, doing the hard work of caring for their sheep under the night sky. Yet, these are the ones to whom the angel announces peace on earth.
The angel’s message, “Glory to God in the highest, and on earth peace to those on whom his favor rests” (Luke 2:14), underscores that peace is not reserved for the powerful or the elite, but is a gift to all, regardless of background. God’s peace is available to anyone willing to receive it, just as the shepherds were. They were the first to embrace the peace that Jesus would bring to the world.
This announcement is a beautiful reminder that God’s peace transcends human divisions of class, race, and status. His peace is not limited to those who “deserve” it, but is freely given to all. Just as God chose the shepherds to hear the good news first, He offers His peace to all, inviting each of us, no matter our circumstances or background, to experience the calming and restorative peace that only Jesus can provide.
For families, this message is an invitation to reflect on how we can welcome God’s peace into our lives, regardless of the chaos or struggles we may face. It is a call to recognize that God’s peace is not earned through success or social standing, but is a gift that is available to anyone who turns to Him. As we gather around our homes during this Christmas season, let us remember the shepherds who received the best news in the humblest of circumstances, and consider how we too can embrace Christ’s peace, regardless of where we are in life.