22Nov – Día 23 – 2da Parte • Cómo crecemos

Ten cuidado con lo que piensas; tu vida es moldeada por tus pensamientos. PROVERBIOS 4:23 (PAR)

El papel de Dios y el tuyo. Ser semejante a Cristo es el resultado de que tomes las mismas decisiones que él y dependas de su Espíritu para ayudarte a cumplir con tus decisiones. En cuanto decidas con seriedad llegar a ser semejante a Cristo, deberás empezar a actuar de una manera nueva. Tendrás que abandonar algunas rutinas viejas, desarrollar hábitos nuevos y cambiar intencionalmente tu manera de pensar. Podrás estar seguro de que el Espíritu Santo te ayudará con tales cambios. La Biblia dice: «Lleven a cabo su salvación con temor y temblor, pues Dios es quien produce en ustedes tanto el querer como el hacer para que se cumpla su buena voluntad».

Este versículo muestra las dos partes del crecimiento espiritual: «lleven a cabo» y «produce». El «llevar a cabo» es nuestra responsabilidad, y el «producir» es el papel que desempeña Dios. El crecimiento espiritual es un esfuerzo de colaboración entre nosotros y el Espíritu Santo. El Espíritu de Dios trabaja con nosotros, no simplemente en nosotros.

Este versículo, escrito para los creyentes, no se refiere a cómo ser salvos, sino a cómo crecer. No dice «trabajen para» su salvación, porque no se puede agregar nada a lo que Jesús ya hizo. Durante un entrenamiento físico «trabajamos» realizando ejercicios físicos para desarrollar el cuerpo, no para conseguir un cuerpo.

Cuando armas un rompecabezas, cuentas con todas las piezas: nuestra tarea es armar el rompecabezas. Los granjeros «trabajan» la tierra, no para conseguir la tierra, sino para desarrollar la que ya tienen. Dios nos ha dado una nueva vida; ahora somos responsables de desarrollarla «con temor y temblor». ¡Eso quiere decir que tenemos que tomar nuestro crecimiento espiritual en serio! Cuando las personas consideran de manera trivial su crecimiento espiritual, eso muestra que no han entendido los alcances eternos de su decisión (como vimos en los capítulos 4 y 5).

Cambia tu piloto automático. Para cambiar tu vida debes cambiar tu manera de pensar. Detrás de todo lo que haces hay pensamientos. Toda conducta es motivada por una creencia y toda acción es incitada por una actitud. Dios reveló esto miles de años antes de que los psicólogos lo entendieran: «Tengan cuidado de cómo piensan; la vida es modelada por sus pensamientos».

DÍA 23:

Cómo crecemos

Imagina un paseo en un bote con motor en un lago, con el piloto automático puesto en dirección hacia el este. Si decides dar vuelta atrás y dirigirte al oeste, tienes dos posibles maneras de cambiar el rumbo del barco. Una es tomar el timón y físicamente obligarlo a que se dirija en la dirección opuesta a la que señala el programa del piloto automático. A pura fuerza de voluntad podrías vencer al piloto automático, pero sentirías la resistencia todo el tiempo. Finalmente tus brazos se cansarían de la tensión, soltarías el timón y el barco retomaría inmediatamente el rumbo en dirección al este, de acuerdo con su programación interna.

Esto es lo que sucede cuando tratas de cambiar tu vida a fuerza de voluntad. Dices: «Me obligaré a comer menos… haré más ejercicio… dejaré de ser desorganizado e impuntual». Sí, tu fuerza de voluntad puede producir un cambio a corto plazo, pero crea una tensión interior constante, porque no has tratado la causa desde su raíz. El cambio no se siente como algo natural, así que finalmente te rendirás, abandonarás la dieta y dejarás de hacer ejercicios. Rápidamente volverás a tus viejos patrones.

Hay una manera mejor y más fácil. Cambia el piloto automático, tu manera de pensar. La Biblia dice: «Dejen que Dios los transforme en una nueva persona, cambiando su forma de pensar». El primer paso en el crecimiento espiritual es empezar por cambiar la manera de pensar. El cambio siempre comienza en la mente. La manera en que pienses determinará cómo te sientes, y cómo te sientes influirá en cómo actúas. Pablo dijo: «Debe haber una renovación espiritual de sus pensamientos y actitudes».

Reflection:

La manera en que pienses determinará cómo te sientes, y cómo te sientes influirá en cómo actúas.


DAY 23/Second part • How We Grow

Be careful how you think; your life is shaped by your thoughts.

PROVERBS 4:23 (TEV)

God’s part and your part. Christlikeness is the result of making Christlike choices and depending on his Spirit to help you fulfill those choices. Once you decide to get serious about becoming like Christ, you must begin to act in new ways. You will need to let go of some old routines, develop some new habits, and intentionally change the way you think. You can be certain that the Holy Spirit will help you with these changes. The Bible says, “Continue to work out your salvation with fear and trembling, for it is God who works in you to will and to act according to his good purpose.”

This verse shows the two parts of spiritual growth: “work out” and “work in.” The “work out” is your responsibility, and the “work in” is God’s role. Spiritual growth is a collaborative effort between you and the Holy Spirit. God’s Spirit works with us, not just in us.

This verse, written to believers, is not about how to be saved, but how to grow. It does not say “work for” your salvation, because you can’t add anything to what Jesus already did. During a physical “workout,” you exercise to develop your body, not to get a body.

When you “work out” a puzzle, you already have all the pieces — your task is to put them together. Farmers “work” the land, not to get land, but to develop what they already have. God has given you a new life; now you are responsible to develop it “with fear and trembling.” That means to take your spiritual growth seriously! When people are casual about their spiritual growth, it shows they don’t understand the eternal implications (as we saw in chapters 4 and 5).

Changing your autopilot. To change your life, you must change the way you think. Behind everything you do is a thought. Every behavior is motivated by a belief, and every action is prompted by an attitude. god revealed this thousands of years before psychologists understood it: “Be careful how you think; your life is shaped by your thoughts.”

DAY 23:

How We Grow

Imagine riding in a speedboat on a lake with an automatic pilot set to go east. If you decide to reverse and head west, you have two possible ways to change the boat’s direction. One way is to grab the steering wheel and physically force it to head in the opposite direction from where the autopilot is programmed to go. By sheer willpower you could overcome the autopilot, but you would feel constant resistance. Your arms would eventually tire of the stress, you’d let go of the steering wheel, and the boat would instantly head back east, the way it was internally programmed.

This is what happens when you try to change your life with willpower: You say, “I’ll force myself to eat less . . . exercise more . . . quit being disorganized and late.” Yes, willpower can produce short-term change, but it creates constant internal stress because you haven’t dealt with the root cause. The change doesn’t feel natural, so eventually you give up, go off your diet, and quit exercising. You quickly revert to your old patterns.

There is a better and easier way: Change your autopilot — the way you think. The Bible says, “Let God transform you into a new person by changing the way you think.” Your first step in spiritual growth is to start changing the way you think. Change always starts first in your mind. The way you think determines the way you feel, and the way you feel influences the way you act. Paul said, “There must be a spiritual renewal of your thoughts and attitudes.”

To be like Christ you must develop the mind of Christ. The New Testament calls this mental shift repentance, which in Greek literally means “to change your mind.” You repent whenever you change the way you think by adopting how God thinks — about yourself, sin, God, other people, life, your future, and everything else. You take on Christ’s outlook and perspective.

Reflection:

The way you think determines the way you feel, and the way you feel determines the way you act.