Esforcémonos en promover todo lo que conduzca a la paz y la mutua edificación. ROMANOS 14:19 (PAR)
Las personas se desilusionan con la iglesia por muchas razones entendibles. La lista podría ser bastante larga: conflictos, heridas, hipocresía, negligencia, mezquindad, legalismo y otros pecados. En lugar de asustarnos y sorprendernos, debemos recordar que la iglesia está formada por pecadores de carne y hueso, incluyéndonos a nosotros mismos. Nos lastimamos unos a otros, a veces en forma intencional y otras veces sin mala intención, porque somos pecadores. Pero en vez de abandonar la iglesia, necesitamos quedarnos para resolver el asunto si esto es de alguna manera posible. La reconciliación, no la evasión, es el camino a un carácter más fuerte y una comunión más profunda.
Si te divorcias de tu iglesia a la primera señal de decepción o desilusión, eso es señal de inmadurez. Dios tiene cosas que quiere enseñarte, y a los demás también. Además, es imposible huir hasta encontrar la iglesia perfecta, porque no existe. Todas las iglesias tienen sus propias debilidades y problemas. Pronto volverás a sentirte decepcionado.
Groucho Marx tenía un dicho famoso que decía que no querría pertenecer a ningún club que lo aceptara como socio. Si una iglesia debe ser perfecta para satisfacerte, ¡esa misma perfección te excluirá de su membresía, porque tú no eres perfecto!
Dietrich Bonhoffer, el pastor alemán que fue martirizado por resistirse a los nazis, escribió Vida en comunidad, un libro clásico sobre la comunión. En su obra sugiere que la desilusión con nuestra iglesia local es algo bueno, porque destruye nuestras falsas expectativas de la perfección. Cuanto más pronto dejamos la ilusión de que una iglesia debe ser perfecta para amarla, más pronto dejaremos de fingir y empezaremos a admitir que todos somos imperfectos y necesitamos de la gracia de Dios. Este es el comienzo de la verdadera comunidad.
Todas las iglesias podrían poner un letrero que diga: «No es necesario que se presente ninguna persona perfecta. Este lugar es solamente para los que admiten que son pecadores, necesitan de la gracia divina y quieren crecer».
Bonhoffer señaló: «Aquel que ama más su sueño de una comunidad cristiana que a la comunidad en sí misma se convierte en destructor de toda ella… Si no damos gracias diariamente por la fraternidad cristiana en la que nos desenvolvemos, aun cuando no tengamos una gran experiencia, no descubriremos riquezas, sino mucha debilidad, una fe vacilante y dificultades; si en lugar de ello nunca hacemos otra cosa que quejarnos ante Dios por ser todo tan miserable, tan mezquino, tan poco de acuerdo con lo que hemos esperado… entonces le impedimos a Dios hacer crecer nuestra comunidad de acuerdo con la medida y riqueza que nos espera a todos en Jesucristo».
Decídete a animar más que a criticar. Siempre es más fácil eludir el compromiso y hacerse a un lado para disparar dardos contra los que trabajan, que participar y hacer una contribución. Dios nos advierte una y otra vez que no debemos criticarnos, compararnos ni juzgarnos unos a otros.
Cuando criticas lo que otro creyente está haciendo con fe y convicción sincera, interfieres en los asuntos de Dios: «¿Qué derecho tienes de criticar a los siervos de otro? Sólo su Señor puede decidir si están haciendo lo correcto».
Reflexión:
Dios desea intensamente que experimentemos unidad y armonía unos con otros. La unidad es el alma de la comunión.
DAY 21/Third part – Protecting Your Church
Let us concentrate on the things which make for harmony, and on the growth of one another’s character. ROMANS 14:19 (PH)
People become disillusioned with the church for many understandable reasons. The list could be quite long: conflict, hurt, hypocrisy, neglect, pettiness, legalism, and other sins. Rather than being shocked and surprised, we must remember that the church is made up of real sinners, including ourselves. Because we’re sinners, we hurt each other, sometimes intentionally and sometimes unintentionally. But instead of leaving the church, we need to stay and work it out if at all possible. Reconciliation, not running away, is the road to stronger character and deeper fellowship.
Divorcing your church at the first sign of disappointment or disillusionment is a mark of immaturity. God has things he wants to teach you, and others, too. Besides, there is no perfect church to escape to. Every church has its own set of weaknesses and problems. You will soon be disappointed again.
Groucho Marx was famous for saying he wouldn’t want to belong to any club that would let him in. If a church must be perfect to satisfy you, that same perfection will exclude you from membership, because you’re not perfect!
Dietrich Bonhoeffer, the German pastor who was martyred for resisting Nazis, wrote a classic book on fellowship, Life Together. In it he suggests that disillusionment with our local church is a good thing because it destroys our false expectations of perfection. The sooner we give up the illusion that a church must be perfect in order to love it, the sooner we quit pretending and start admitting we’re all imperfect and need grace. This is the beginning of real community.
Every church could put out a sign “No perfect people need apply. This is a place only for those who admit they are sinners, need grace, and want to grow.”
Bonhoeffer said, “He who loves his dream of community more than the Christian community itself becomes a destroyer of the latter. . . . If we do not give thanks daily for the Christian fellowship in which we have been placed, even when there is no great experience, no discoverable riches, but much weakness, small faith, and difficulty; if on the contrary, we keep complaining that everything is paltry and petty, then we hinder God from letting our fellowship grow.”
Choose to encourage rather than criticize. It is always easier to stand on the sidelines and take shots at those who are serving than it is to get involved and make a contribution. God warns us over and over not to criticize, compare, or judge each other. When you criticize what another believer is doing in faith and from sincere conviction, you are interfering with God’s business: “What right do you have to criticize someone else’s servants? Only their Lord can decide if they are doing right.”
Paul adds that we must not stand in judgment or look down on other believers whose convictions differ from our own: “Why, then, criticise your brother’s actions, why try to make him look small? We shall all be judged one day, not by each other’s standards or even our own, but by the standard of Christ.”
Whenever I judge another believer, four things instantly happen: I lose fellowship with God, I expose my own pride and insecurity, I set myself up to be judged by God, and I harm the fellowship of the church. A critical spirit is a costly vice.
Reflection:
God deeply desires that we experience oneness and harmony with each other. Unity is the soul of fellowship.