Esfuércense por mantener la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz. EFESIOS 4:3 (NVI)
La comunión verdadera depende de la franqueza, ya se trate de un matrimonio, una amistad o tu iglesia. Aun más, en una relación, el túnel de los conflictos puede ser la puerta a la intimidad. Hasta que no nos importe lo suficiente como para enfrentar y solucionar los obstáculos subyacentes, nunca podremos tener una relación más estrecha. Cuando un conflicto es bien manejado y se encaran y solucionan las diferencias, se estrechan las relaciones. La Biblia dice: «A fin de cuentas, más se aprecia al que reprende que al que adula».
La franqueza no debe ser una licencia para decir lo que a uno se le antoja, dondequiera y cuando quiera. Eso es impertinencia. La Escritura afirma que «para todo… hay un cuándo y un cómo». Las palabras irreflexivas dejan cicatrices profundas. Dios nos manda a hablarnos unos a otros en la iglesia como miembros afables de una familia: «No reprendas con dureza al anciano, sino aconséjalo como si fuera tu padre. Trata a los jóvenes como a hermanos; a las ancianas como a madres; a las jóvenes como a hermanas».
Es triste, pero la falta de sinceridad ha destruido miles de relaciones. Pablo tuvo que reprender a la iglesia en Corinto por su pasivo código de silencio, que permitía la inmoralidad dentro de su comunidad. Como no había nadie con suficiente valor para enfrentarla, les dijo: «No miren para otro lado con la esperanza de que el problema desaparecerá. Sáquenlo a la luz y trátenlo… Mejor es un poco de devastación y vergüenza que la maldición… Ustedes creen que se trata de algo sin importancia, pero por el contrario… no deberían actuar como si todo estuviera bien cuando uno de sus compañeros cristianos es inmoral o calumniador, es arrogante con Dios o grosero con sus amigos, se emborracha o es avaro y estafador. No toleren esta situación, ni consideren aceptable ese comportamiento. No soy responsible de lo que hagan los de afuera, pero, ¿acaso no tenemos responsabilidad hacia los de adentro, los que conforman nuestra comunidad de creyentes?
Cultivar la vida en comunidad requiere humildad. Nada destruye la comunión tan rápido como la arrogancia, la autocomplacencia y el orgullo empedernido. El orgullo erige murallas entre las personas; la humildad construye puentes. La humildad es como el aceite que suaviza las relaciones y lima las asperezas. Por eso la Biblia dice: «Revístanse todos de humildad en su trato mutuo». La vestimenta apropiada para la comunión es una actitud de humildad.
El resto del versículo continúa: «Dios se opone a los orgullosos, pero da gracia a los humildes». Este es otro motivo por el que debemos ser humildes: el orgullo bloquea la gracia de Dios en nuestra vida, la que necesitamos para crecer, cambiar, sanar y ayudar a los demás. Recibimos la gracia de Dios cuando reconocemos con humildad que la necesitamos. ¡La Biblia nos dice que ser orgullosos es oponernos a Dios! Es una manera de vivir necia y peligrosa.
Reflexión:
La humildad no es pensar menos de ti mismo, sino pensar menos en ti mismo.
DAY 19/Second part – Cultivating Community
You are joined together with peace through the Spirit, so make every effort to continue together in this way.
EPHESIANS 4:3 (NCV)
Real fellowship, whether in a marriage, a friendship, or your church, depends on frankness. In fact, the tunnel of conflict is the passageway to intimacy in any relationship. Until you care enough to confront and resolve the underlying barriers, you will never grow close to each other.
When conflict is handled correctly, we grow closer to each other by facing and resolving our differences. The Bible says, “In the end, people appreciate frankness more than flattery.”
Frankness is not a license to say anything you want, wherever and whenever you want. It is not rudeness. The Bible tells us there is a right time and a right way to do everything. Thoughtless words leave lasting wounds. God tells us to speak to each other in the church as loving family members: “Never use harsh words when you correct an older man, but talk to him as if he were your father. Talk to younger men as if they were your brothers, older women as if they were your mothers, and younger women as if they were your sisters.”
Sadly, thousands of fellowships have been destroyed by a lack of honesty. Paul had to rebuke the Corinthian church for their passive code of silence in allowing immorality in their fellowship. Since no one had the courage to confront it, he said, “You must not simply look the other way and hope it goes away on its own. Bring it out in the open and deal with it. . . . Better devastation and embarrassment than damnation. . . . You pass it off as a small thing, but it’s anything but that. . . . you shouldn’t act as if everything is just fine when one of your Christian companions is promiscuous or crooked, is flip with God or rude to friends, gets drunk or becomes greedy and predatory. You can’t just go along with this, treating it as acceptable behavior. I’m not responsible for what the outsiders do, but don’t we have some responsibility for those within our community of believers?”
Cultivating community takes humility. Self-importance, smugness, and stubborn pride destroy fellowship faster than anything else. Pride builds walls between people; humility builds bridges. Humility is the oil that smooths and soothes relationships. That’s why the Bible says, “Clothe yourselves with humility toward one another.” The proper dress for fellowship is a humble attitude.
The rest of that verse says, “. . . because, God opposes the proud but gives grace to the humble.” This is the other reason we need to be humble: Pride blocks God’s grace in our lives, which we must have in order to grow, change, heal, and help others. We receive God’s grace by humbly admitting that we need it. The Bible says anytime we are prideful, we are living in opposition to God! That is a foolish and dangerous way to live.
Reflection:
Humility is not thinking less of yourself; it is thinking of yourself less.