Día 55 • Sin Tiempo

Para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. El Señor no tarda en cumplir su promesa, según entienden algunos la tardanza. Más bien, él tiene paciencia con ustedes, porque no quiere que nadie perezca sino que todos se arrepientan. 
(2 PEDRO 3.8–9, NVI)

¿Puedes resolver esta adivinanza? Cada persona en la tierra cuenta con él. No puedes comprarlo en una tienda ni almacenarlo. No se puede comerciar con él ni cambiar, pero sí te puedes quedar sin él.

¿Crees saber lo que «es»? es el tiempo. Independientemente de si somos ricos, pobres, jóvenes, viejos, bajitos o altos, todos tenemos veinticuatro horas al día. Y, lamentablemente, para los chicos y chicas amantes del recreo, no es posible acelerarlas.

Hacer un seguimiento del tiempo es algo exclusivamente humano. Seguimos las estaciones, el crecimiento y los plazos. Sin embargo, Dios no es humano, claro está. No necesita ningún reloj de pulsera celestial ni calendarios, ni despertadores. Y no precisa nada de esto, porque Dios existe fuera del tiempo.

De modo que cuando oras para que algo suceda, es posible que no llegue de inmediato. Esto no significa que Dios sea olvidadizo o que no esté escuchando. Él sabe con exactitud cuándo debe responder a tus preguntas. Podría parecer que te mantiene a la espera, pero todo se produce a su tiempo —de acuerdo con su plan— en el mejor momento para ti.

La próxima vez que sientas que has estado esperando eternamente, recuerda que Dios sabe cuándo debe responder y qué es lo mejor para ti.


Oración:
Dios, lamento ser tan impaciente. Quiero ver el tiempo como tú lo ves, y por tanto decido confiar en tu plan maestro para mi vida.


Day 55 • Timeless

With the Lord a day is like a thousand years, and a thousand years are like a day. The Lord is not slow in keeping his promise, as some understand slowness. Instead he is patient with you, not wanting anyone to perish, but everyone to come to repentance. 
(2 PETER 3:8–9)

Can you solve this riddle? Every person on Earth has it. You can’t buy it from a store, and you can’t store it. It can’t be traded or upgraded, but you can run out of it.

Think you know “it”? It’s time. No matter how rich, poor, young, old, short, or tall, we all have twenty-four hours in a day. And unfortunately for recess-loving boys and girls everywhere, you can’t speed them up.

Keeping track of time is uniquely human. We track seasons, growth, and deadlines. But of course, God isn’t human. He doesn’t need any heavenly wristwatches, calendars, or alarm clocks. He doesn’t need those things because God exists outside of time.

So when you pray for something to happen, it might not come immediately. That doesn’t mean God is forgetful or not listening. He sees exactly when he should answer your prayers. It may seem like he keeps you waiting, but everything happens in his time—on his agenda—at the very best time for you.


The next time you feel like you’ve been waiting forever, remember that God knows when and what is best for you.

Prayer:
God, I’m sorry for being so impatient. I want to see time like you do, so I choose to trust your master plan for my life.