Día 11 • 3ra Parte – Hagámonos los mejores amigos de Dios

Ya no los llamo siervos, porque el siervo no está al tanto de lo que hace su amo; los he llamado amigos, porque todo lo que a mi Padre le oí decir se lo he dado a conocer a ustedes.

JUAN 15:15 (NVI)

Por supuesto que es importante establecer el hábito del devocional diario con Dios, pero él quiere ser más que una cita en nuestra agenda. Quiere ser incluido en cada actividad, en cada conversación, en cada problema y hasta en cada uno de nuestros pensamientos. Es posible mantener una conversación continua con él y permanecer «a la espera de su respuesta» durante todo el día, comentándole lo que estamos haciendo o pensando en ese momento. «Oren sin cesar» implica conversar con Dios mientras realizamos las compras, conducimos el automóvil, trabajamos o desarrollamos cualquier otra tarea cotidiana.

Existe el concepto erróneo de que «pasar tiempo con Dios» significa estar a solas con él. Por supuesto, conforme al modelo de Jesús, necesitamos pasar tiempo a solas con Dios, pero eso representa apenas una fracción del tiempo que estamos despiertos. Todo lo que hacemos puede ser «tiempo que pasamos con Dios» si lo invitamos a acompañarnos y somos conscientes de su presencia.

Hay un libro clásico para aprender a desarrollar una conversación constante con Dios: Practicing the Presence of God [La práctica de la presencia de Dios]. Fue escrito en el siglo diecisiete por el hermano Lawrence, un humilde cocinero de un monasterio francés. El hermano Lawrence fue capaz de convertir hasta las tareas domésticas más comunes y serviles, como preparar las comidas y lavar los platos, en actos de alabanza y comunión con el Creador. «La clave de la amistad con Dios —dijo— no es cambiar lo que uno hace, sino cambiar la actitud de uno al hacerlo. Lo que normalmente haces para ti, comienzas a hacerlo para Dios; ya se trate de comer, bañarse, trabajar, descansar o sacar la basura».

En la actualidad a veces sentimos que tenemos que «distanciarnos» de nuestra rutina diaria para poder adorar a Dios, pero eso se debe a que no hemos aprendido a practicar su presencia todo el tiempo. Al hermano Lawrence le resultaba fácil adorar a Dios mientras desarrollaba las tareas comunes de la vida; no tenía que viajar para asistir a retiros espirituales especiales.

Ese es el ideal de Dios. En el Edén, la adoración no era un acontecimiento al que había que asistir, sino una actitud ininterrumpida; Adán y Eva estaban en comunión constante con Dios. Como él está con nosotros todo el tiempo, no hay un lugar donde puedas estar más cerca de Dios que donde te encuentras ahora mismo. La Biblia dice que él gobierna sobre todos: «Está sobre todos y por medio de todos y en todos».

Otra de las ideas útiles del hermano Lawrence era pronunciar oraciones más cortas y conversacionales continuamente durante el día, en vez de establecer sesiones largas y oraciones complejas. Para mantener la concentración y evitar la distracción, aconsejaba: «Sugiero que no usen muchas palabras cuando oren, porque los discursos largos son propicios para la distracción». En estos tiempos de falta de atención, esta sugerencia de hace cuatrocientos cincuenta años es de particular relevancia: Que las oraciones sean sencillas.

La Biblia nos dice que debemos orar todo el tiempo. ¿Cómo es posible hacer eso? Una manera es usar «oraciones de aliento» durante todo el día, como lo han venido haciendo muchos cristianos desde hace siglos. Puedes elegir una afirmación o frase sencilla para repetírsela a Jesús que te lleve solo un instante: «Tú estás conmigo». «Acepto tu gracia». «Cuento contigo». «Quiero conocerte». «Pertenezco a ti». «Ayúdame a confiar en ti». También puedes usar pasajes cortos de las Escrituras: «Para mí el vivir es Cristo». «Nunca me abandonarás». «Tú eres mi Dios». Óralas tan seguido como sea posible para que se graben a fondo en tu corazón. Solo asegúrate de que tu intención sea honrar a ”ios, nunca controlarlo.

Reflexión:

Todo lo que hacemos puede ser «tiempo que pasamos con Dios» si lo invitamos a acompañarnos y somos conscientes de su presencia.


Day 11 • Becoming Best Friends with God

Jesus said, “I no longer call you servants, because a servant does not know his master’s business. Instead, I have called you friends, for everything that I learned from my Father I have made known to you.”

JOHN 15:15 (NIV)

Of course, it is important to establish the habit of a daily devotional time with God, 13 but he wants more than an appointment in your schedule. He wants to be included in every activity, every conversation, every problem, and even every thought. You can carry on a continuous, open-ended conversation with him throughout your day, talking with him about whatever you are doing or thinking at that moment. “Praying without ceasing” 14 means conversing with God while shopping, driving, working, or performing any other everyday tasks.

A common misconception is that “spending time with God” means being alone with him. Of course, as Jesus modeled, you need time alone with God, but that is only a fraction of your waking hours. Everything you do can be “spending time with God” if he is invited to be a part of it and you stay aware of his presence.

The classic book on learning how to develop a constant conversation with God is Practicing the Presence of God. It was written in the seventeenth century by Brother Lawrence, a humble cook in a French monastery. Brother Lawrence was able to turn even the most commonplace and menial tasks, like preparing meals and washing dishes, into acts of praise and communion with God. The key to friendship with God, he said, is not changing what you do, but changing your attitude toward what you do. What you normally do for yourself you begin doing for God, whether it is eating, bathing, working, relaxing, or taking out the trash.

Today we often feel we must “get away” from our daily routine in order to worship God, but that is only because we haven’t learned to practice his presence all the time. Brother Lawrence found it easy to worship God through the common tasks of life; he didn’t have to go away for special spiritual retreats.

This is God’s ideal. In Eden, worship was not an event to attend, but a perpetual attitude; Adam and Eve were in constant communion with God. Because God is with you all the time, no place is any closer to God than the place where you are right now. The Bible says, “He rules everything and is everywhere and is in everything.”

Another of Brother Lawrence’s helpful ideas was to pray shorter conversational prayers continually through the day rather than trying to pray long sessions of complex prayers. To maintain focus and counteract wandering thoughts, he said, “I do not advise you to use a great multiplicity of words in prayer, since long discourses are often the occasions for wandering.” 16 In an age of attention deficit, this 350-year-old suggestion to keep it simple seems to be particularly relevant.

The Bible tells us to “pray all the time.” How is it possible to do this? One way is to use “breath prayers” throughout the day, as many Christians have done for centuries. You choose a brief sentence or a simple phrase that can be repeated to Jesus in one breath: “You are with me.” “I receive your grace.” “I’m depending on you.” “I want to know you.” “I belong to you.” “Help me trust you.” You can also use a short phrase of Scripture: “For me to live is Christ.” “You will never leave me.” “You are my God.” Pray it as often as possible so it is rooted deep in your heart. Just be sure that your motive is to honor God, not control him.

Reflection:

Everything you do can be “spending time with God” if he is invited to be a part of it and you stay aware of his presence.