"La paz os dejo; mi paz os doy. Yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón ni tenga miedo". Juan 14:27 (NVI)
Los padres de mi amiga Emily pasaron por un divorcio extremadamente difícil cuando estábamos en la escuela secundaria, y la agitación en el hogar la hizo sentir estresada y ansiosa. Parecía que no podía encontrar la paz. Todos los días se sentía como si la estuvieran lanzando entre las olas de la vida, sin una dirección clara.
Un día, dio un largo paseo junto a un estanque y vio a una anciana alimentando a los patos. Estaba admirando a la mujer porque parecía muy contenta y pacífica. Sus ojos brillaban de alegría. Entablaron conversación y Emily se enteró de que la anciana acababa de perder a su marido durante cincuenta años y que además padecía una enfermedad incurable.
Le preguntó a la mujer cómo encontraba tanta paz en medio de todos sus problemas. La anciana respondió: “No se trata de la ausencia de problemas, sino de saber que la paz de Dios está con nosotros pase lo que pase”.
Mi amiga sintió que una sensación de paz la invadía. Sus circunstancias no cambiaron inmediatamente, pero sí su perspectiva. A veces, eso es lo que más necesitamos: perspectiva. Llevó consigo esas palabras y descubrió que podía encontrar refugio en la paz de Dios. Era una paz que no se parecía a nada que el mundo pudiera proporcionar.
Prueba esto:
Crea tu propio Diario de la Paz donde registras tus pensamientos cuando sientes la paz de Jesús en tu vida. Vuelve atrás y reflexiona sobre estas entradas de vez en cuando y recuerda la bondad de Jesús.
Oración:
Jesús, te doy gracias por darme paz cuando las tormentas de la vida son demasiado para mí. Calmas mi alma.
Finding peace beyond troubled waters
Peace I leave with you; my peace I give you. I do not give to you as the world gives. Do not let your hearts be troubled and do not be afraid.” John 14:27 (NIV)
My friend, Emily’s, parents went through an extremely difficult divorce when we were in high school, and the turmoil at home made her feel stressed and anxious. She couldn’t seem to find peace. Every day she felt like she was being tossed among the waves of life, with no clear direction.
One day, she took a long walk by a pond and noticed an elderly lady feeding the ducks. She was admiring the woman because she looked so content and peaceful. Her eyes were sparkling with joy. They struck up a conversation, and Emily learned that the elderly lady had just lost her husband of fifty years and also she was suffering from an incurable disease.
She asked the woman how she found such peace in the midst of all of her troubles. The elderly lady replied, “It’s not about the absence of troubles, but about knowing that God’s peace is with us no matter what.”
My friend felt such a sense of peace wash over her. Her circumstances didn’t change immediately, but her perspective did. Sometimes, that’s what we need most – perspective. She carried those words with her and discovered that she could find refuge in God’s peace. It was a peace unlike anything the world could provide.
Try This:
Create your own Peace Journal where you record your thoughts when you feel Jesus’ peace in your life. Go back and reflect on these entries from time to time and remind yourself of Jesus’ goodness.
Prayer:
Jesus, I thank You for giving me peace when the storms of life are too much for me to bear. You calm my soul.