28Abr – DÍA 41  •  2da Parte – La trampa de la envidia

Salomón afirmó: «Disfruta de lo que tienes en lugar de desear lo que no tienes; soñar con tener cada vez más no tiene sentido, es como perseguir el viento». ECLESIASTÉS 6:9 (PAR)

¡Lo peor de la envidia es que constituye un insulto a Dios! Cada vez que deseas ser alguien más, tener lo que otro tiene, o hacer lo que otro hace, estás diciendo: «¡Dios, te equivocaste en grande conmigo! Podías haberlo hecho mejor. ¡Podías haberme hecho como esa persona, pero no lo hiciste! ¿Por qué fallaste conmigo? Si yo fuera Dios, me hubiera hecho más como esa persona!».

La envidia es en realidad una forma de rebelión espiritual basada en la ignorancia y la arrogancia. ¡Da por sentado que yo tengo un mejor plan para mi vida que el que tiene mi Creador! ¿De veras? La Biblia nos recuerda lo arrogante que resulta esto: «¿Quién eres tú para pedirle cuentas a Dios? “¿Acaso le dirá la olla de barro al que la modeló: ‘¿Por qué me hiciste así?’ ”».

La envidia es una actitud tan destructiva que Dios la prohibió en los Diez Mandamientos. El último mandamiento dice: «No codicies».

La codicia es otra palabra para describir a la envidia. Dios nos prohíbe absolutamente envidiar lo que otros tienen, como se ven, lo que logran y lo que son, ya que él sabe el daño que hace la envidia.

Cuatro efectos dañinos de la envidia

La envidia niega tu singularidad. Tal como no hay dos copos de nieve iguales, no hay dos seres humanos iguales. ¡Incluso los gemelos idénticos no son completamente idénticos! Como ya mencioné antes en este libro, posees huellas digitales, oculares, un tono de voz, huellas de los pies y latidos del corazón únicos. Nadie jamás ha sido, ni jamás será, como tú. La Biblia dice que «somos hechura de Dios». Sin embargo, cuando envidias a otros, no puedes ver el valor asombroso de tu propia forma singular. La envidia te ciega a ti mismo.

En el momento en que comparezcas delante de Dios un día, él no va a decirte: «¿Por qué no te pareciste más a tus padres, o a tu vecino, o a alguna celebridad?». Lo más probable es que Dios te pregunte: «¿Por qué no fuiste más como yo me propuse que fueras?».

Reflexión:

La envidia niega tu singularidad. Cuando envidias a otros, no puedes ver el valor asombroso de tu propia forma singular.


DAY 41/Second part • The Envy Trap

Solomon wrote, “It is better to be satisfied with what you have than to be always wanting something else.”
ECCLESIASTES 6:9 (TEV)

The worst part of envy is that it’s an insult to God! Every time you wish you were someone else, have what they have, or do what they do, you are saying, “God, you made a huge mistake with me! You could have done better. You could have made me like that person, but you didn’t!

“Why did you mess up with me? If I were God, I would have made me more like that person!”

Envy is actually a form of spiritual rebellion based on ignorance and arrogance. It assumes that I have a better plan for my life than my Creator does! Really? The Bible reminds us how presumptuous this is: “Who are you, a mere human being, to argue with God? Should the thing that was created say to the one who created it, ‘Why have you made me like this?’ ” 

Envy is such a destructive attitude that God outlawed it in the Ten Commandments. The last commandment says, “You shall not covet!” Coveting is another word for envy. God absolutely prohibits us from envying what others have, how they look, what they accomplish, and who they are because he knows the damage envy does.

Four Harmful Effects of Envy

Envy denies your uniqueness. Just as no two snowflakes are alike, no two human beings are alike. Even identical twins aren’t completely identical! As I mentioned earlier in this book, you have a unique thumbprint, eye print, voiceprint, foot print, and heartbeat. No one has ever been, or ever will be, like you. The Bible says “We are God’s masterpiece.” 3 But when you envy others, you can’t see the amazing value of your own unique shape. Envy blinds you to yourself.

When you stand before God someday, he’s not going to say, “Why weren’t you more like your parents or neighbor or some celebrity?” It is more likely that God will say, “Why weren’t you more of what I intended you to be?”
Reflection:
Envy denies your uniqueness. When you envy others, you can’t see the amazing value of your own unique shape.