25Abr – DÍA 41  •  La trampa de la envidia

El corazón tranquilo da vida al cuerpo, pero la envidia corroe los huesos.

PROVERBIOS 14:30 (NVI) 

Vi además que tanto el afán como el éxito en la vida despiertan envidias. Y también esto es absurdo; ¡es correr tras el viento! ECLESIASTÉS 4:4 (NVI) 

NO PUEDES CUMPLIR LOS PROPÓSITOS DE DIOS PARA TU VIDA SI envidias la vida de otros.

En tanto que Dios nos creó a cada uno de nosotros con los mismos cinco propósitos eternos, la manera en que cumples esos propósitos —el tiempo, lugar, plan y estilo— es absolutamente única. Dios nunca crea clones, nunca copia lo que ya ha hecho, y nunca duplica un plan de vida. Dios solo produce obras maestras originales. Como ya hablamos en los días 30 y 31, Dios te formó distintivamente para una vida como ninguna otra. Solo tú puedes ser tú. Solo tú puedes vivir la vida que Dios diseñó para que vivas. Sin embargo, también es cierto que no puedes vivir una vida que Dios diseñó para otro. Intentar ser algo para lo cual no fuiste creado siempre te conducirá a la frustración, la fatiga y el fracaso.

Como humanos, naturalmente nos interesamos en la vida de otros. Esto forma parte de la manera en que hemos sido diseñados. Nos fascina cómo otros se ven, actúan, hablan y viven. Reparamos en lo que se ponen, lo que hacen y lo que tienen. No hay nada de malo en eso, en especial si puedes apreciar la ilimitada variedad de personas que Dios escogió crear en lugar de hacer a todos exactamente iguales. El asunto se vuelve un problema solo cuando nos fastidia la forma en que Dios hizo a otros, rechazamos cómo Dios nos hizo, y empezamos a envidiar lo que otros poseen. La envidia es una trampa. En el mundo actual, en el que la tecnología nos permite ver cómo todos los demás viven, la envidia puede ser la razón más común por la que algunos se pierden el plan único de Dios para su vida. La envidia es un pecado global. Lo he presenciado entre personas de toda edad, nivel económico o etnia, y en todo lugar al que he viajado por el mundo.

 «¿Por qué ella puede vivir en esa casa?». «¿Por qué le dieron a él ese trabajo?». «¿Por qué yo no puedo ser así de atractivo, así de rico, así de inteligente, así de famoso?». La envidia aparta tu enfoque de lo que Dios quiere que hagas en tu vida, concentrándote en todo lo que no tienes. Cada vez que envidias a alguien, apartas la mirada del propósito para el que Dios te creó. Te desvías del plan que Dios ideó a la medida para ti. La envidia descarría tu vida y te conduce siempre a un callejón sin salida. La envidia cobra un gigantesco costo emocional sin ninguna recompensa. Te hace perder tu propósito y tu gozo al mismo tiempo.

Reflexión:

Dios te formó distintivamente para una vida como ninguna otra. Solo tú puedes ser tú. Solo tú puedes vivir la vida que Dios diseñó para que vivas. Cada vez que envidias a alguien, apartas la mirada del propósito para el que Dios te creó. Te desvías del plan que Dios ideó a la medida para ti.


DAY 41 • The Envy Trap

A heart at peace gives life to the body, but envy rots the bones.

PROVERBS 14:30 (NIV)

“I observed all the work and ambition motivated by envy. What a waste!”

ECCLESIASTES 4:4 (MSG)

YOU CANNOT FULFILL GOD’S PURPOSE FOR YOUR LIFE IF YOU ENVY the lives of others.

While God created each of us for the same five eternal purposes, the way you fulfill those purposes — the time, place, plan, and style — is absolutely unique. God never creates clones, never copies what he’s already made, and never duplicates a life plan. God only creates original masterpieces. As we discussed in Day 30 and 31, God distinctively shaped you for a life unlike any other. Only you can be you. Only you can live the life God designed you to live. But it’s also true that you cannot live a life that God designed for someone else. To attempt to be what you weren’t created to be always leads to frustration, fatigue, and failure.

As humans, we are naturally interested in the lives of others. It’s part of our wiring. We are fascinated with how others look, act, talk, and live. We notice what they wear, what they do, and what they have. There is nothing wrong with this, especially if you can appreciate the limitless variety of people God chose to create instead of making all exactly alike. It only becomes a problem when we resent how God made others, reject how he made us, and start envying what they have. Envy is a trap. In today’s world, where technology allows us to see how everyone else is living, envy may be the most common reason people miss God’s unique plan for their lives. Envy is a global sin. I have witnessed it among every age group, economic group, and ethnic group and every place I have traveled to around the world.

“Why does she get to live in that house?” “Why did he get that job?” “Why can’t I be that attractive, that rich, that smart, that famous?” Envy distracts your focus away from what God wants to do in your life and refocuses it on all that you don’t have. Every time you envy, you take your eyes off what God created you to do. You get sidetracked from God’s custom-made plan for you. Envy detours your life, and it always leads to a dead-end. Envy exacts a huge emotional cost without a payoff. You miss your purpose and lose your joy at the same time.