Seis meses después de que Isabel supiera que iba a ser madre, Gabriel fue enviado por Dios a Nazaret. Nazaret era una ciudad en el país de Galilea. 27 Se acercó a una mujer que nunca había tenido varón. Su nombre era María. Fue prometida en matrimonio a un hombre llamado José. José pertenecía a la familia de David. 28 El ángel se acercó a ella y le dijo: —Eres muy honrada. Eres una mujer favorecida. El Señor está contigo. *Eres elegida entre muchas mujeres”. – Lucas 1:26-38
La respuesta de María al llamado de Dios en Lucas 1:38 es nada menos que notable. “Soy la sierva del Señor”, dijo ella, “que se cumpla la palabra que me has dado”. En su voluntad de rendirse al plan de Dios, María no solo aceptó una tarea; confió toda su vida a la voluntad de Dios. Imagínate el peso de esas palabras. Era joven, soltera y se enfrentaba a un futuro incierto, incluso peligroso. Sin embargo, su confianza en Dios era inquebrantable.
Pienso en los momentos de mi propia vida en los que Dios me ha pedido que me adentre en lo desconocido. Al igual que María, no siempre tenía la imagen completa. Hubo momentos en los que me pidieron que aceptara desafíos que no tenían sentido, ya fuera un nuevo trabajo, una mudanza a una ciudad diferente o incluso un cambio en las relaciones. Estas decisiones no fueron fáciles y, a veces, sentía el peso de no saber lo que me esperaba. Pero al igual que María, descubrí que la fidelidad de Dios se hace evidente cuando nos apoyamos en Su plan, incluso cuando el camino parece incierto.
Recuerdo una temporada en la que nos sentimos impulsados a dejar una iglesia cómoda donde habíamos construido relaciones y teníamos raíces profundas. A primera vista, no tenía sentido. Pero confiando en el llamado de Dios, dimos ese paso y nos abrió las puertas a experiencias y relaciones que nunca podríamos haber imaginado. Al reflexionar, veo cómo esos momentos de fe, aunque fueron difíciles, moldearon nuestra familia y profundizaron nuestra confianza en el tiempo y la provisión de Dios.
La obediencia y la fe de María siguen inspirándome. Su confianza en las promesas de Dios, a pesar de las incógnitas, es un recordatorio de que los planes de Dios siempre son más grandes y mejores de lo que podríamos imaginar. Me desafía a dar un paso adelante, sin conocer el panorama completo, pero confiando en que Dios está liderando el camino.
Mary’s Choice: Responding in Faith
Six months after Elizabeth knew she was going to be a mother, Gabriel was sent by God to Nazareth. Nazareth was a city in the country of Galilee. 27 He approached a woman who had never had a son. Her name was Mary. She was promised in marriage to a man named Joseph. Joseph was of the house of David. 28 The angel came to her and said, “You are greatly honored. You are a woman greatly favored. The Lord is with you. You are chosen out of many women.” – Luke 1:26-38
Mary’s response to God’s call in Luke 1:38 is nothing short of remarkable. “I am the Lord’s servant,” she said, “let your word be fulfilled.” In her willingness to surrender to God’s plan, Mary didn’t just accept a task; she entrusted her entire life to God’s will. Imagine the weight of those words. She was young, single, and facing an uncertain, even dangerous future. Yet her trust in God was unwavering.
I think about the times in my own life when God has asked me to step into the unknown. Like Mary, I didn’t always have the full picture. There were times when I was asked to take on challenges that didn’t make sense, whether it was a new job, a move to a different city, or even a change in relationships. These decisions weren’t easy, and at times I felt the weight of not knowing what lay ahead. But like Mary, I found that God’s faithfulness becomes evident when we lean into His plan, even when the path seems uncertain.
I remember a season when we felt led to leave a comfortable church where we had built relationships and had deep roots. At first glance, it didn’t make sense. But trusting in God’s call, we took that step, and it opened doors to experiences and relationships we could never have imagined. As I reflect, I see how those moments of faith, though difficult, shaped our family and deepened our trust in God’s timing and provision.
Mary’s obedience and faith continue to inspire me. Her trust in God’s promises, despite the unknowns, is a reminder that God’s plans are always bigger and better than we could ever imagine. It challenges me to step forward, not knowing the full picture, but trusting that God is leading the way.