Mientras el Espíritu del Señor obra dentro de nosotros, llegamos a ser cada vez más como él y reflejamos su gloria más aún.
2 CORINTIOS 3:18 (BAD)
La meta final de Dios para tu vida sobre la tierra no es la comodidad, sino el desarrollo de tu carácter. Él quiere que crezcas espiritualmente y llegues a ser como Cristo. Esto no significa que pierdas tu personalidad o llegues a ser un clon sin inteligencia. Dios creó tu singularidad, por lo cual ciertamente no quiere destruirla. Ser semejante a Cristo significa la transformación de tu carácter, no de tu personalidad. Dios quiere que desarrolles la clase de carácter que se describe en las bienaventuranzas de Jesús, cuando se hace referencia al fruto del Espíritu,8 en el gran capítulo de Pablo sobre el amor, y en la lista de Pedro de las características de una vida provechosa y productiva. Cada vez que olvidamos que ese carácter es uno de los propósitos de Dios para nuestra vida, nuestras circunstancias nos hacen sentir frustrados. Nos preguntamos: «¿Por qué me sucede esto a mí? ¿Por qué estoy pasando por tantas dificultades?». ¡Una respuesta es que la vida está hecha para ser difícil! Eso es lo que nos permite crecer. ¡Recuerda que la tierra no es el cielo! Muchos cristianos interpretan mal la promesa de Jesús acerca de la «vida abundante», como si eso quisiera decir una salud perfecta, un estilo de vida rodeado de comodidades, la felicidad permanente, la plena realización de los sueños, y el alivio instantáneo de los problemas mediante la fe y la oración. En pocas palabras, esperan que la vida cristiana sea fácil. Esperan el cielo aquí en la tierra.
Esta perspectiva egocéntrica trata a Dios como un «genio de una lámpara» que simplemente existe para servirte en tu búsqueda egoísta de la realización personal. Pero Dios no es tu sirviente, y si pretendes que la vida debe ser fácil, pronto te desilusionarás muchísimo o vivirás negando la realidad.
¡No olvides nunca que la vida no gira en torno a ti! Existes para los propósitos de Dios, no a la inversa. ¿Por qué habría de proporcionarte Dios el cielo en la tierra cuando él ha hecho planes para darte algo mayor en la eternidad? Dios nos da nuestro tiempo sobre la tierra a fin de edificar y fortalecer nuestro carácter para el cielo.
La obra del espíritu de Dios en tu vida
La función del Espíritu Santo es producir el carácter de Cristo en ti. La Biblia afirma: «Mientras el Espíritu del Señor obra dentro de nosotros, llegamos a ser cada vez más como él y reflejamos su gloria más aún». Este proceso de transformarnos para ser más como Jesús se llama santificación, y es el tercer propósito de tu vida sobre la tierra.
No puedes reproducir el carácter de Jesús si dependes de tu propia fuerza. Las resoluciones de Año Nuevo, la fuerza de voluntad y las mejores intenciones no son suficientes. Solo el Espíritu Santo tiene poder para hacer los cambios que Dios quiere efectuar en nuestras vidas. La Escritura dice: «Dios es quien produce en ustedes tanto el querer como el hacer, para que se cumpla su buena voluntad».
Reflexión:
Dios no quiere que llegues a ser un dios; quiere que seas piadoso: que tomes los valores, las actitudes y el carácter propio de él.
Day 22 – 2nd Part -Created to Become Like Christ
Lord works within us, we become more and more like him and reflect his glory even more.
2 CORINTHIANS 3:18 (NLT)
God’s ultimate goal for your life on earth is not comfort, but character development. He wants you to grow up spiritually and become like Christ. Becoming like Christ does not mean losing your personality or becoming a mindless clone. God created your uniqueness, so he certainly doesn’t want to destroy it. Christlikeness is all about transforming your character, not your personality.
God wants you to develop the kind of character described in the beatitudes of Jesus, the fruit of the Spirit, Paul’s great chapter on love, and Peter’s list of the characteristics of an effective and productive life. Every time you forget that character is one of God’s purposes for your life, you will become frustrated by your circumstances. You’ll wonder, “Why is this happening to me? Why am I having such a difficult time?” One answer is that life is supposed to be difficult! It’s what enables us to grow. Remember, earth is not heaven!
Many Christians misinterpret Jesus’ promise of the “abundant life” to mean perfect health, a comfortable lifestyle, constant happiness, full realization of your dreams, and instant relief from problems through faith and prayer. In a word, they expect the Christian life to be easy. They expect heaven on earth.
This self-absorbed perspective treats God as a genie who simply exists to serve you in your selfish pursuit of personal fulfillment. But God is not your servant, and if you fall for the idea that life is supposed to be easy, either you will become severely disillusioned or you will live in denial of reality.
Never forget that life is not about you! You exist for God’s purposes, not vice versa. Why would God provide heaven on earth when he’s planned the real thing for you in eternity? God gives us our time on earth to build and strengthen our character for heaven.
God’s Spirit Working in You
It is the Holy Spirit’s job to produce Christlike character in you. The Bible says, “As the Spirit of the Lord works within us, we become more and more like him and reflect his glory even more.” This process of changing us to be more like Jesus is called sanctification, and it is the third purpose of your life on earth.
You cannot reproduce the character of Jesus on your own strength. New Year’s resolutions, willpower, and best intentions are not enough. Only the Holy Spirit has the power to make the changes God wants to make in our lives. The Bible says, “God is working in you, giving you the desire to obey him and the power to do what pleases him.”
Mention “the power of the Holy Spirit,” and many people think of miraculous demonstrations and intense emotions. But most of the time the Holy Spirit’s power is released in your life in quiet, unassuming ways that you aren’t even aware of or can’t feel. He often nudges us with “a gentle whisper.”
Reflection:
God doesn’t want you to become a god; he wants you to become godly — taking on his values, attitudes, and character.