
No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente.
ROMANOS 12:2 (NVI)
Complacer a la gente produce hipocresía. La palabra hipócrita en español procede de una palabra griega antigua que se usaba para describir a los actores en un escenario que interpretaban múltiples papeles en la misma obra, usando diferentes máscaras para las diferentes escenas. Los que complacen a la gente se ponen máscaras y luego cambian de papeles en dependencia del público. Llevan una máscara en casa, otra en la iglesia, y una enteramente diferente en su trabajo. Son hipócritas. Si caes en la trampa de complacer a la gente, esconderás tu yo verdadero por miedo a que te rechacen. Harás acomodos en cuanto a tus convicciones a fin de ser socialmente aceptable o tener corrección política. Jesús se refería a esta clase de hipocresía cuando les dijo a los fariseos: «Ustedes se hacen los buenos ante la gente, pero Dios conoce sus corazones. Dense cuenta de que aquello que la gente tiene en gran estima es detestable delante de Dios».
Complacer a la gente silencia mi mensaje vital. A menos que te libres del temor a la desaprobación, Dios no podrá utiliz”rte como quiere hacerlo. Te resistirás a proclamar el mensaje poderoso que Dios quiere comunicar por medio de ti. Tu testimonio se verá reprimido y te perderás el más grande privilegio de la vida: que Dios te use para cambiar el destino eterno de otro ser humano.
Por siglos, Satanás ha usado el temor al rechazo para silenciar a los creyentes. Incluso durante el ministerio de Jesús en la tierra, frente a un milagro tras otro, el discípulo Juan nos dice: «Por temor a los judíos nadie hablaba de él abiertamente». Más tarde, Juan también escribió: «Muchos de ellos, incluso de entre los jefes, creyeron en él, pero no lo confesaban porque temían que los fariseos los expulsaran de la sinagoga. Preferían recibir honores de los hombres más que de parte de Dios». Si siempre te muestras renuente a hablarles de tu fe a otros, tienes un problema con respecto a complacer a la gente. Por amor a otros y sus destinos eternos, necesitas pedirle a Dios que te ayude a librarte de esta trampa.
Reflexión:
Complacer a la gente produce hipocresía. Los que complacen a la gente se ponen máscaras y luego cambian de papeles en dependencia del público. Si caes en la trampa de complacer a la gente, esconderás tu yo verdadero por miedo a que te rechacen.
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